22 de noviembre de 2024 6:09 PM

Freddy Marcano: Representación de la diáspora

Siendo tan cuantiosa la presencia venezolana en el exterior, con el tiempo ha conseguido fórmulas de organización social y  política para darle continuidad a ese irrenunciable sentimiento patrio que los inspira. En la medida de lo posible, son solidarios entre sí, sabiendo de las rudas circunstancias que la supervivencia impone, tratando de ayudar a los suyos con las remesas. Afortunadamente, existen las consabidas aplicaciones telefónicas, pues, con el  discado directo internacional (DDI) que ya no existe a falta de divisas, no tendrían ocasión ni de saludar a los familiares. De igual manera, sus familiares y amigos que se mantienen en nuestro suelo  saben de su necesidad de pertenencia y representación política ante el país.

En los países del norte, nuestros compatriotas cuentan con mejores posibilidades de subsistencia y calidad de vida que en los de sur, quienes son víctimas de una xenofobia de alta cotización electoral, como ocurrió en Perú con Pedro Castillo, y, en Colombia, lo intentará probar Gustavo Petro para contrastar con la extraordinaria lealtad y solidaridad del presidente Duque con los venezolanos. Lo terrible de todo es que el  socialismo de Maduro botó del país a los paisanos que han ido a parar a otras latitudes para reforzar las campañas demagógicas de los socialistas de turno que, a su vez, más tarde, condenarán al exilio a los propios, repitiéndose infinitamente tan demencial fórmula. Los asesores, consultores o consejeros de campaña ya no lidian con sus antiguas estrategias en el tercer o cuarto mundo, como Joe Napolitan hizo en Venezuela muchas décadas atrás, ideando aquellos mensajes estratégicos para una limpia jornada publicitaria entre competidores libérrimos, sino que desciende a la barbarie, utilizando los bajos instintos del resentimiento y de la xenofobia, cuyo precursor irrefutable fue el chavismo con los comicios de 1998.

Ahora bien, todavía faltan estudios sobre la manera de organizarse de los venezolanos en el exterior, incluyendo entidades de cooperación y de mutuo auxilio,  muy serias y acreditadas, al lado de otras que generan desconfianza. Los partidos no lo han logrado, haciéndose representar cabalmente, con muy raras excepciones, porque siempre sale un guiso a relucir, con el escándalo consiguiente. Incluso, solemos observar, en el extranjero, a representantes de los partidos que no se involucran con la suerte de nuestros coterráneos, ni contribuyen o ayudan a las campañas de los candidatos democráticos que lidian con una izquierda feroz. En España, por ejemplo, son muy pocos los que lo hicieron con Ayuso al enfrentar a Iglesias en Madrid. Por lo general, esos “líderes”, que están por fuera, llenan las redes sociales de fotografías festivas, comidones y hasta los hay que se creen casi modelos de pasarela.

Cuando superemos el madurismo en Venezuela, que sabemos será más pronto que tarde, comprensiblemente, no todos los venezolanos se vendrán al país de inmediato, quizá sea por cautela, porque sus hijos seguirán haciendo la escolaridad, o – mal que bien – los padres ya tienen buenos y seguros empleos. Nadie los puede condenar por ello, porque no dejan de ser nuestros hermanos que se vieron obligados a emigrar. Entonces, se hará necesario que estén representados en el parlamento, como ocurre con acierto en otros países, incluso, latinoamericanos.

Para posibilitar esta representación será necesaria la correspondiente reforma constitucional a fin de que haya diputados que, por países, se sientan digital o presencialmente en la Asamblea Nacional y sean la voz y voto de una ciudadanía activa y preocupada. O en condición de senadores para un Congreso que tarde o temprano se impondrá, dado el fracaso patente del modelo unicameral. Desde siempre la llamada diáspora ha sido parte de la insistencia, la resistencia y la persistencia del pueblo venezolano, puesto que todos somos venezolanos sin importar dónde vivamos. Tenemos que abrir los espacios políticos del país para incluir a todos y cada uno de los venezolanos sin importar dónde estemos.

@freddyamarcano

El Nacional

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