Jamás había escuchado hablar de la ciudad de Tapachula o la región del Darién, hasta que reventó el problema de los venezolanos quienes forman una gran parte de los emigrantes que gestionan su entrada a otro país a través de zonas ubicadas en el sur de México, Colombia y Panamá, respectivamente. Esta situación casi irreal debe ser motivo de escándalo entre nosotros: más de mil de nuestros paisanos luchando por su regularización en franca competencia con centroamericanos, cubanos y africanos. En realidad son pocos, si se compara con los que arrancaron hace más de un mes hacia el norte, los que caminan hacia la frontera con Estados Unidos. Hablamos de las famosas caravanas que, además del peligro de la selva, están a merced de las mafias más crueles que les cobran por pasar ríos o selvas por las fronteras, del hampa secuestradora y de las bandas organizadas de trata de blancas; no olvidemos que también están en las manos de López Obrador que hace demagogia con ellas para negociar prebendas favorables con Estados Unidos. Para rematar, esas caravanas de sufrientes y desesperados también están puyadas con los reales y la gente de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Peor no puede lucir el panorama.
@freddyamarcano / El Nacional
Y cuando decimos que esas caravanas también están puyadas es porque hay agentes de estos regímenes que las infiltran para azuzarlas, empujarlas y convertirlas en foco de perturbación masiva. Nadie puede salir de la isla cubana sin el consentimiento de La Habana, a menos que arriesgue una escapatoria en clandestina. Los militares cubanos se divierten disparándoles si los avizoran en aguas territoriales y, de traspasarlas, quedan a la merced de los tiburones. Pero también tiene Díaz-Canel una política de dejar que una muestra de la población se vaya por las buenas, porque así le permite sacar a sus agentes con diferentes misiones a las que no se pueden negar cumplir, porque les friegan a la familia que queda de rehén en la isla. Suena macabro, pero es así.
Por su parte, los venezolanos llegan como pueden, literalmente, a otros países de la región. Muchos de ellos participan en grupo, con familias enteras, arriesgándose en los lugares más peligrosos del mundo: selvas, pantanos, ríos traicioneros, por no hablar de las bandas criminales que los asedian, como ya dijimos. Heroicamente, un gran número de ellos ha llegado a Estados Unidos a pie, hacia el norte, o a Chile, hacia el sur. En su más contundente mayoría, gente honesta, correcta, sacrificada. Sin embargo, también los hay, una minoría, de mala conducta.
Los participantes venezolanos deben lidiar, por ejemplo, con componentes adicionales a los que lidia la población ucraniana, bombardeada por los rusos, cierto; huyendo, cierto, pero mejor comprendida cuando logra huir de la guerra. Porque nuestro componente es, netamente, social lo que ha llevado a muchos de los nuestros a emigrar a otros países huyendo de un supuesto socialismo que les desfiguro su vida desde el comienzo y, donde llegan, al parecer los persiguen, caso Colombia, Chile, Bolivia, Perú y Argentina. Esta nueva persecución les hace replantearse su migración y se abre, entonces, una nueva ventana cierta y democrática, que los hace colocar su mirada hacia al sueño americano. Sin importar las consecuencias personales y las que puedan ocasionar a la región.
Estamos claros que la migración puede estar impulsada por causas políticas, económicas, bélicas o ecológicas. En muchas ocasiones, sabemos que hay más de un factor involucrado pero la nuestra está, claramente, identificada: un componente social, económico y político que ha traído consecuencias significativas a la región porque es afectado tanto el lugar de origen como el de destino, y entre los países y los organismos internacionales buscan la mejor forma de canalizar la situación, pues, actualmente, la migración se ve como un problema global serio porque está ocurriendo de manera insegura, desordenada, copiosa e irregular de un lugar a otro.
Para nuestros migrantes venezolanos, el sueño americano se ha vuelto su primer objetivo, ya que buscan alcanzar la oportunidad de prosperar y tener éxito para lograr una movilidad social, para ellos y su familia, muchas veces sin importar el riesgo al que se enfrentan. Esta búsqueda ha sido similar a la que realizamos los que hemos insistido, persistido y resistido dentro del país. Queremos encontrar esa libertad de producción económica, legal y social para nosotros y nuestras familias, en nuestro país. Convirtamos la búsqueda del sueño americano en la consecución del sueño venezolano: seguridad, libertad y democracia para todos.