Se vende estadio. Y no uno cualquiera. El Estadio de Francia, el emblemático recinto donde Francia logró su primer Mundial, el Barcelona su cuarta Liga de Campeones y el Real Madrid otras dos, puede dejar de pertenecer al Estado francés y pasar a manos privadas.
Poco después de que sirva como estadio olímpico en los Juegos de 2024, el Estadio de Francia deberá encontrar un nuevo propietario o un nuevo contrato de gestión. El presidente, Emmanuel Macron, que pilota la operación desde el Elíseo, quiere parar la sangría de gastos que supone el recinto, que ha costado ya más de 1.000 millones de euros a las arcas públicas.
La presentación de candidaturas se cerró este jueves y, por vez primera, el Estado abrió la puerta a su venta. El procedimiento es confidencial y solo el París Saint-Germain ha hecho pública su intención de postular a hacerse con la silueta que domina el norte de París.
El resto queda en el terreno de la especulación. La FIFA es otro de los potenciales compradores, al igual que la UEFA, con la intención de tener una sede perenne y de prestigio para la final de la Liga de Campeones.
Pero ninguno de estos nombres parece tener un proyecto firme para hacerse con el campo. “Para mi, son más rumores que voluntades reales”, explica a EFE el doctor en gestión deportiva de la Universidad de Lausana (Suiza), Jérôme Moulard.
Ni en sus mejores años, el PSG puede optar a la pretensión de llenar las 80.000 butacas del Estadio de Francia de forma regular, más allá de determinadas noches de Liga de Campeones, lo que le colocaría frente a un recinto medio vacío, con el consiguiente daño para su imagen, estima este experto.
Los propietarios cataríes del club están utilizando esta operación, según Moulard, para presionar al Ayuntamiento, que por ahora se niega a venderles el Parque de los Príncipes.
En cuanto a la FIFA y la UEFA, sus proyectos son poco claros y un estadio de esas características no se justifica para unas ambiciones demasiado pequeñas.
Sobre todo porque el potencial comprador se hace con un recinto que supera ya el cuarto de siglo y que necesita importantes inversiones, que Moulard calcula en 500 millones de euros para adaptarlo a los estándares de los estadios más modernos de Europa.
“Si quieren competir con los nuevos estadios, con lo que están haciendo el Madrid o el Barcelona, con lo que ha hecho el Tottenham, para atraer eventos deportivos, pero también conciertos y otros acontecimientos, tienen que meterse la mano en el bolsillo”, explica.
Eso se sumaría al coste del estadio, entre los 400 y los 600 millones, una inversión faraónica que puede disuadir a más de uno.
Moulard cree que los únicos que están en capacidad de comprar el estadio son las dos empresas de construcción que lo levantaron en 1997, con la vista puesta en el Mundial del año siguiente, y que desde entonces tienen el contrato de explotación, que finaliza en 2025.
Bouygues y Vinci, dos gigantes de la obra pública en Francia, tienen la musculatura financiera, la experiencia de gestión y el montaje económico para poder adquirir el estadio, según este académico.
Estima que pueden dedicar los beneficios que llevan embolsándose en el último cuarto de siglo para financiar la compra, incluidos los derivados de su construcción, y que, como ellos se dedican a las obras, podrán reducir los márgenes de los trabajos necesarios para adecuarlo a los nuevos tiempos.
Eso les genera unas ventajas competitivas importantes con respecto a otros rivales, aunque oficialmente no han desvelado si han presentado candidatura para la compra.
Porque otra alternativa es que estas dos empresas se postulen solo como gestores, tal y como vienen haciendo estos años, pero con un contrato de 99 años, lo que les daría mucho margen de inversión, considera el experto.
En sus manos tendrían “un lugar fenomenal para organizar eventos deportivos, pero también conciertos, en el centro de Europa y con capacidad para competir con los grandes estadios del continente”, sostiene Moulard.
Eso sí, el profesor cree que nunca habrá un club francés que se aposente en este lugar, algo que le convierte en “un ejemplo casi único en Europa, solo comparable a Wembley”.
Con la diferencia de que el magnífico estadio londinense es propiedad de la Federación Inglesa de Fútbol, al igual que Twickenham lo es de la de rugby.
En Francia, esas dos federaciones no optaron a quedarse con el Estadio de Francia tras su construcción y ahora atraviesan turbulencias, lo que hace imposible que postulen al mismo.
Tendrán que conformarse, como hasta ahora, a quedarse con un porcentaje de las entradas (en torno al 30 %) para seguir viendo jugar a sus selecciones en el mayor estadio del país.
Con información de EFE
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