El café es una sustancia natural, procedente de una planta, que se obtiene de una forma bastante sencilla después de algunos procesos simples como el tostado, el molido y el filtrado con agua caliente. Junto con el agua y el té, es una de las bebidas más comercializadas en el mundo, especialmente en algunos países como España. La mayoría de los efectos relevantes sobre la salud que tiene el café se deben a su “alto contenido en cafeína, una sustancia psicoactiva o psicoestimulante que puede influir en diferentes procesos y funciones tanto cognitivas como físicas”, señala a CuídatePlus Manuel Fernández, del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica. En general, “se le considera un activador metabólico porque ejerce una función parecida, con sus limitaciones, a las de unos de los neurotransmisores más conocidos, como son la dopamina y la adrenalina”.
Es cierto que no hay que generalizar ya que, como informa Fernández, “el efecto que produce en cada persona dependerá del nivel de regulación de los procesos relacionados con lo que se denominan las funciones ejecutivas”. Estas funciones, detalla, “son aquellas de nuestro sistema nervioso que nos permiten regular nuestros procesos de autocontrol. Específicamente afectan al control de la atención, los movimientos, los impulsos y las emociones”. Se asume que las personas con un mayor autocontrol, y en teoría, mejor rendimiento en las diferentes áreas de la vida, “son aquellas que consiguen desarrollar unas mejores funciones ejecutivas, o lo que es lo mismo, aquellas cuyos niveles de dopamina y adrenalina, se mantienen más equilibrados”. Al hacer la cafeína un efecto “imitador” de estos neurotransmisores, !de forma general, podríamos decir, que en cantidades y condiciones adecuadas, puede ayudar a mejorar nuestro rendimiento cognitivo y global”.
El café ¿crea dependencia?
En general, en personas sanas, cuyos niveles de dopamina y adrenalina se encuentran dentro de un rango normal, “el café o cualquier otro producto que contenga cafeína u otras sustancias similares no es normal que creen dependencia como la que se produce de las drogas de abuso como el tabaco o el alcohol, etc.”. Lo que sí es cierto es que “puede haber personas que sean conscientes de la mejora de rendimiento que le produce el consumo de cafeína, por lo que deciden mantener un consumo mantenido, eso sí, sin llegar a encontrar síntomas de deprivación como el conocido “mono” de las drogas”.También es importante señalar que algunas personas, ya sea consciente o inconscientemente, “pueden tener un consumo mantenido de café como “mantenedor” de unos límites de autocontrol normales, cuando presentan alguna alteración del funcionamiento de regulación de estos neurotransmisores. El ejemplo más claro es el de las personas hiperactivas o con déficit de atención, el conocido como TDAH, que también aparece en las personas adultas”. En este grupo de personas “sus dificultades de atención pueden mejorar cuando el consumo de café está dentro de unos límites que no generen efectos adversos”.Entonces ¿es posible que el café deje de tener este efecto de mantenernos despiertos en algún momento? “Aunque esto es posible, no es lo más habitual”, indica el experto. Cuando esto ocurre, “se debe a un fenómeno que se denomina “tolerancia”. Esto ocurre porque nuestro organismo está “programado” para no aceptar bien los cambios, especialmente los relacionados con nuestro sistema nervioso. Esto hace que, siempre que hacemos alguna modificación en nuestros procesos neurológicos, nuestro sistema nervioso intenta compensarla, aunque realmente pueda tratarse de algo beneficioso para nosotros. De hecho, de ahí viene el dicho popular de A todo se acostumbra uno . Incluso cuando uno está sometido a situaciones desagradables o negativas, nuestro cerebro responde para “normalizar” las influencias externas”.
La cantidad recomendada y saludable de café
Mucho se habla sobre la cantidad de café que podemos tomar al día sin tener efectos adverso. Según Fernández, aunque todo dependerá de la persona, “la cantidad mínima estaría alrededor de los 250cc de café, es decir, de una taza grande, la cantidad máxima estaría en 4 tazas de café diarias”. Eso sí, hay que tener en cuenta que “cuanto mayores sean los niveles de estrés que tengamos más fácil es que el café genere molestias como sensación de agitación, nerviosismo, taquicardia, temblores o problemas de concentración”.
¿A qué edad sería seguro comenzar a tomar café?
La Academia Americana de Pediatría recomienda evitar el consumo de cualquier tipo de bebida excitante, por ejemplo, el café o cualquiera que contenga cantidades significativas de cafeína o similares, “hasta los 12 años de edad”.
¿A partir de qué edad deberíamos dejar de tomar café?
Como apunta Fernández, “no hay por qué plantearse ninguna edad concreta a partir de la cuál evitar el consumo de café”. Lo lógico sería plantearse esto ante situaciones de salud que lo desaconsejan como “trastornos neurológicos o psicológicos como la ansiedad, físicos como la hipertensión o los problemas cardíacos, por ejemplo”.
En relación al desarrollo del cerebro, ¿cómo nos afecta el café?
En cuanto a la relación entre el café y el desarrollo cerebral, Fernández indica que “todo lo que estimule de forma adecuada el funcionamiento de un circuito cerebral, tiende a favorecer su desarrollo”. Pero advierte, “si ese estímulo es inadecuado, por excesivo, por inoportuno, o por cualquier otro motivo, la consecuencia puede ser la contraria”. Ese es el motivo por el que “el consumo del café durante el embarazo debe ser moderado, y por el que su consumo no está aconsejado en la infancia”. En el caso del consumo de café en el embarazo ¿puede tener efectos en el desarrollo del cerebro del bebé? ¿En qué sentido?Efectivamente, aunque la ingesta de café no está contraindicada durante el embarazo, es cierto que «un consumo intensivo o de elevadas cantidades de cafeína se ha asociado a situaciones negativas para el desarrollo del bebé como pueden ser, hipertensión materna, parto prematuro, o bajo peso al nacer, lo que, en su conjunto, puede afectar al desarrollo neurológico del niño en el futuro, debido a ello, se recomienda ser prudente con las cantidades de cafeína ingerida en esta situación».E resumen, «el consumo cotidiano de entre 1 y 4 tazas de café, en personas no embarazadas y sanas, es algo adecuado,e incluso recomendable desde un punto de vista puramente biológico”, indica el experto. Eso sí: “Es importante valorar no solo la cantidad sino también los horarios de las tomas de café, ya que una toma tardía puede favorecer insomnio por sus efectos bloqueadores de los receptores de adenosina, que es una de las moléculas más directamente relacionadas con el sueño en nuestro organismo”.