22 de noviembre de 2024 6:40 AM

Gustavo Tovar-Arroyo: Espejo roto

Mirada a mí mismo

He hecho lo humanamente posible —y más— para derrocar a esa peste histórica llamada chavismo. Habrá en su momento quien confirme que tempranamente acusé los crímenes de lesa humanidad que Hugo Chávez cometió y que su tribu sigue cometiendo, cómo fomenté un liderazgo generacional de políticos —del cual me siento orgulloso, son mejores de lo que mi ideal imaginó— que ha luchado pese a ser encarcelado, torturado y asesinado, y cómo intenté generar sensibilidad y conciencia de nuestro apocalipsis a través de poemas, escritos,  documentales y algunas “travesuras” noviolentas.

El Nacional / @tovarr

He ofrecido lo mejor de mí —y más— como muchos también lo han hecho por un sueño de libertad para Venezuela. No he buscado aprobación de nadie ni la necesito, tampoco poder político. Entiendo que es mi deber como venezolano, ni más ni menos.

Por eso el año 2021 ha sido un año de rotura.

Desilusión con mi generación

Compartí mi visión de la Venezuela anhelada (humana, libre, honesta y próspera) con muchos y junto a ellos obré porque esa nación fuera posible. Hemos arriesgado la vida, perdido la libertad, sido difamados y vilipendiados, nos han confiscado bienes, nos han perseguido, desterrado e incluso asesinado por luchar, sin embargo, no preví que algunos de los “muchos” que una vez lucharon conmigo también tenían padres, esposas, hermanos e incluso primos que no anhelaban lo mismo y se dejaron doblegar por banalidades, lujos, poder y corruptelas. Decepcionante, el chavismo los apestó.

Fuimos parte de algo importante, muy importante, de un sueño compartido de libertad que se desvaneció y naufragó en la nada. Siento una profunda desilusión con mi generación y conmigo mismo, permitir que el chavismo exista es una vergüenza que nos atañe a todos. Espero que lo entendamos.

Sin autocrítica no habrá libertad.

Espejo roto

El espíritu del venezolano está roto. Sí, tú y yo estamos rotos, somos trozos esparcidos caóticamente en el espacio y el tiempo. El chavismo nos destrozó. Nuestra memoria, igual que nuestra nostalgia, es un mosaico de decepciones, frustraciones y heridas que se amalgaman desordenadamente en cada desaliento. Desterrados, los venezolanos, incluso los que permanecen en la esclavizada Venezuela, somos piezas desbaratadas de un espejo sin figura identificable. No tenemos rostro, desfigurados andamos a ciegas explicando al mundo y a nosotros mismos nuestro fracaso como sociedad.

No voltees a los lados, esto te lo escribo también a ti que igual que yo no encuentras quién eres sin tierra, sin cultura, sin historia, sin aire, sometido y esclavizado por el chavismo. Somos los mal nacidos de nuestro tiempo, los sin nada. Tras nosotros quedó el futuro y la esperanza.

Mirémonos al espejo, está roto, estamos rotos…

Reinventar la ilusión

Pese a la calamidad, la frustración y la honda tristeza que nos rompe en pedazos, mientras nuestro aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio habrá fuerza moral y espiritual para reinventarnos y derrocar a la tiranía chavista, otras sociedades y naciones en peores condiciones lo han logrado. Pero tenemos que reconstruirnos, ser autocríticos y reinventar nuestra ilusión de ser libres. No nos rindamos. Obviamente, el liderazgo político “opositor” y la oposición en general —tú y yo incluidos, pese a nuestros esfuerzos— hemos fracasado, no obstante, no tenemos derecho de rendirnos. No le tendamos la mano a la peste chavista como algunos han hecho.

Washington, Bolívar o Churchill fracasaron hasta que triunfaron. Permanentemente supieron reinventar su ilusión incluso ante adversidades peores que las nuestras. En lo personal, no miento, he dejado de creer en muchos de mis compañeros de lucha, pero no he dejado de creer en ti. Te ruego que luchemos juntos. Yo lo haré.

Nuestra lucha no es sólo política, es cultural.

Organicemos la esperanza

Sé que he sido escéptico y hasta trágico en esta entrega, recuerda que pedí autocrítica y yo la ejerzo. Una sociedad, una nación, incluso una civilización, no la idean ni originan sus líderes políticos, la crea y recrea su gente, sus ciudadanos, quienes de manera individual con imaginación, creatividad y mucho esfuerzo en cada acto intentan cambiarse a sí mismos y de ese modo al mundo. Hay que poner a un lado el liderazgo político (por sus fracasos) y comenzar de modo individual —tú, yo, ella y él, nosotros— a organizar nuestra esperanza.

Muchos se han rendido no por sus intenciones, sino por sus acciones. Algunos nos han traicionado conscientemente, otros lo han hecho inconscientemente. Insisto: hagámoslos a un lado, no creamos en nadie, sólo en quienes busquen acabar con la peste chavista de manera decidida.

Hay aliento, hay convicción, hay fuerza. Venezuela está viva, está en ti, está en mí. Reconstruyamos el espejo.

El destino es la libertad…

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