Cuando una mujer se queda embarazada se desencadenan una serie de cambios en todo su organismo, que se prepara para gestar al feto hasta el momento de dar a luz, pero un equipo de investigadoras españolas del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid ha descubierto que también se producen cambios anatómicos en el cerebro de la futura mamá desde el inicio de la gestación, y que tras el parto los cambios otra vez hay cambios. Este hallazgo podría contribuir a prevenir y tratar afecciones como la depresión posparto, que sufre una de cada cinco mujeres.
Para realizar la investigación sus autoras compararon el cerebro de 110 mujeres que se encontraban en el tercer trimestre de su primer embarazo con el de mujeres que nunca se habían quedado embarazadas. Comprobaron así que el cerebro de las gestantes ya era anatómicamente muy diferente al de las que nunca habían concebido antes de que naciera su bebé. Los resultados se han publicado en Nature Neuroscience.
En un estudio previo estas investigadoras ya habían demostrado que la anatomía del cerebro de las madres tres meses después del parto era diferente a la que tenían antes de quedarse embarazadas por primera vez. Observaron, en concreto, que habían experimentado cambios en una red cerebral involucrada en la percepción del ‘yo’ y de la ‘cognición social’, un proceso que en neurociencia se conoce como la ‘red neuronal por defecto’, y consiste en un sistema de áreas cerebrales que se activa cuando la mente está en reposo y se desactiva al ejecutar tareas que requieren atención.
Cambios en el cerebro de la madre que se mantienen tras el parto
Otro hallazgo del trabajo fue que cuanto más se modificaba el cerebro anatómicamente, mejor era el vínculo entre la madre y el hijo. Además, ha demostrado que los cambios persisten, al menos, hasta seis años después del parto, y que son anatómicamente similares a los que se producen durante la adolescencia.
Las científicas Susana Carmona, María Paternina-Die y Magdalena Martínez, del área de investigación Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón evaluaron de nuevo a las 110 participantes un mes después del parto y observaron que a lo largo del posparto algunos de los cambios cerebrales originados por el embarazo se revierten, pero otros no.
Por ejemplo, los cambios que afectan a las redes cerebrales que se encargan de la atención tienden a volver al estado previo al embarazo tras el parto, pero los que afectan a la ‘red neuronal por defecto’ no, esos parecen persistir, lo que sugiere que es posible que el primer embarazo modifique de por vida las regiones cerebrales implicadas en la percepción del ‘yo’.
El 79% de las mujeres embarazadas que participaron en el estudio dieron a luz por parto vaginal, un 11% mediante cesárea de emergencia y un 10% mediante cesárea programada. Las investigadoras observaron que los cambios que ocurren entre el tercer trimestre de embarazo y el primer mes de posparto son diferentes en función del tipo de parto.
Las mujeres a las que se realizó una cesárea programada mostraban unos cambios cerebrales diferentes a los observados en mujeres que tuvieron un parto vaginal o una cesárea de emergencia tras el trabajo de parto. Esto sugiere que el trabajo de parto, independientemente de si este acaba en cesárea o parto vaginal, influye en la neuroplasticidad materna, aunque todavía se desconoce el impacto de estos cambios.
En el aspecto neuropsicológico los resultados del estudio han mostrado que cuanta más ansiedad tiene la madre durante el embarazo, peor es la experiencia de parto; que una peor experiencia de parto se asocia con mayor estrés durante el posparto, y que este, a su vez, está relacionado con más síntomas de depresión y peor vínculo con el bebé.
Las investigadoras concluyen que los procesos de embarazo, parto y posparto conllevan cambios hormonales, inmunológicos y ambientales muy diferentes e implican mecanismos de neuroplasticidad diferentes y que es necesario seguir investigando cómo cada uno de ellos modela de forma diferencial el cerebro materno.
Con información de Web Consultas
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