En medio de las ruinas dejadas por los yihadistas, el papa Francisco rezó el domingo por las “víctimas de la guerra” contra el grupo Estado Islámico (EI) en la ciudad iraquí de Mosul, “capital del califato” derrocado hace tres años.
Por el Espectador de Caracas con información de La Patilla
En el tercer y último día de su histórica visita a Irak, bajo fuertes medidas de seguridad, el papa abordó el destino de la comunidad cristiana iraquí, una de las más antiguas del mundo, pero también una de las que más se ha exiliado.
“La trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio, es un daño incalculable no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás”, dijo.
En este país de 40 millones de habitantes, casi todos musulmanes, hay 400.000 cristianos, una cifra muy inferior en comparación con los 1,5 millones de antes de la invasión estadounidense en 2003.
En Mosul, próspera ciudad comercial desde hace siglos, las autoridades católicas no consiguieron encontrar una iglesia en buen estado para recibir al papa argentino, que efectúa el primer viaje de un sumo pontífice a Irak.
En total, 14 iglesias de la provincia de Nínive (norte), cuya capital es Mosul, fueron destruidas, entre ellas siete templos de los siglos V, VI y VII.
Por ello, se tuvo que instalar un escenario en las ruinas de cuatro iglesias de diferentes diócesis, entre las que figura la iglesia Al Tahira de Mosul, de más de mil años de antigüedad.
Es en este lugar que el papa se dirigió a una pequeña multitud entusiasmada.
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