El país está pidiendo una oferta sustitutiva de metas. El país pide clarificar propósitos. Tenemos viejos planteamientos irresueltos. Hemos vivido tratando de enfrentarlos y, aparte de haber fracasado las más de las veces, nunca hemos tenido claro hacia dónde avanzar.
No están buscadas y propuestas las alternaciones esenciales. Estamos viviendo la vida por vivirla en un país donde la política ha muerto. No hay grandes atracciones que nos llamen y que nos motiven. Hay un gran vacío en la existencia de la república.
No hay grandes faros que dirijan la navegación de la república. Trazarse las metas y definir los propósitos, plantearlos como un reto a la potencialidad nacional y acular la energía para lanzarse en su búsqueda, es requisito indispensable para zarpar. No se puede zarpar sin saber hacia dónde se va. No se puede tener seguridad si no se sabe ciertamente hacia dónde se marcha.
Hay que definir. La definición implica una ética y una moral. La ética del gran proceso de transformación venezolano debe estar asentada sobre bases sólidas. El cambio implica una moral, una moral sentada sobre la sinceridad y sobre la libertad plena del hombre. Mientras exista una moral hipócrita, una moral para ser violada y no haya ética en el comportamiento y en las actitudes, no podrá haber definición y por ende tampoco punto de partida.
La definición implica el trazado y el respeto a una jerarquía de valores. El valor deberá estar centrado en las virtudes humanas y no en las cuentas bancarias. La definición implica patrones de conducta colectiva. Definido el código de conducta colectiva, castigadas sus violaciones más allá de la normativa penal, en el ámbito de la aceptación y el rechazo social, la república encontrará la convicción de que su transcurrir se hace fluido y propenso a la tarea común. La autoridad y el orden y el respeto brotados como deseos de los ciudadanos se tornarán definidos y necesarios a los propósitos nacionales.
La definición implica las metas materiales. Esto es obvio, evidente. Lo que quiero significar es que todas esas áreas han sido contaminadas y necesitará ser adecuadas a la nueva fuerza ético-moral de la república. Que aparte de reorganizarlas para hacerlas efectivas, útiles, deberán programarse al servicio del hombre y dejar de transcurrir en una vida amorfa, convencional, para hacer de ellas riqueza organizada, tranquilidad nacional, muestrario de nuestra eficacia y de nuestro temple. El manejo de la riqueza material, la eficacia y la organización que en ese manejo pongamos, sólo encontrará su norte y su garantía en una república definida en su fuerza interior, en sus patrones de conducta, en sus propósitos y metas.
@tlopezmelendez
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