Tenía 15 años y ya le había arrebatado la vida a al menos 20 personas. Juan Fernando Hermosa se había convertido en “El niño del terror” por sus crímenes cometidos en apenas cuatro meses. El joven que vivía en Quito es recordado como el asesino en serie más joven del Ecuador.
Por: Espectador de Caracas con información de Alberto News
Cuando Olivo Hermosa Fonseca y Zoila Amada Suárez adoptaron a Juan Fernando no se imaginaban cuál sería el destino de su nuevo hijo. Aunque nació en la provincia costera de Los Ríos, el 28 de febrero de 1976, Juan Fernando Hermosa creció en Quito, en un barrio al norte de la capital.
Los Hermosa- Suárez eran un matrimonio particular. Olivo tenía propiedades en el oriente ecuatoriano por lo que se ausentaba constantemente de su hogar, mientras que Zoila tenía artritis y sufría de sordera. Así que, en las ausencias del padre, Juan Fernando se quedaba al cuidado de su madre.
Juan Fernando Hermosa era de contextura delgada, parecía un joven como cualquier otro, pero sus ojos –según narran las crónicas de la época– eran saltones y su mirada albergaba misterio. Cuando Hermosa llegó a la adolescencia, empezó a frecuentar bares, discotecas y salas de juegos electrónicos. Tenía una pandilla formada por diez adolescentes de su misma edad, que lo acompañaban en sus andanzas. Hermosa era el líder.
La pandilla del terror –como la opinión pública conocería a los jóvenes– cometió uno de sus delitos el 22 de noviembre de 1991. Hermosa y sus amigos salían ese día de una discoteca ubicada cerca al Puente del Guambra –como se conoce a un paso elevado de Quito, que queda sobre la Avenida 10 de Agosto, una de las arterias viales más importantes y transitadas de la ciudad. Los jóvenes caminaron hacia la Avenida 10 de Agosto y detuvieron a un taxi marca San Remo.