El crecimiento económico de la eurozona experimentó un ligero repunte en el segundo trimestre tras estancarse en los tres primeros meses del año pero sigue lastrado por las dificultades de Alemania y las subidas de tasas de interés, en un contexto de inflación elevada.
El producto interno bruto (PIB) de los 20 países que comparten la moneda única (el euro) progresó un 0,3% intertrimestral entre abril y junio, según las primeras estimaciones de la Oficina Europea de Estadística publicadas este lunes.
El PIB se había estancado (+0%) en el primer trimestre, según los datos revisados de Eurostat, que inicialmente había informado de un descenso del 0,1%.
Los resultados económicos de la eurozona se explican entre otros por la situación de Alemania, la primera economía europea, en la que el PIB registró un crecimiento nulo entre abril y junio, tras haber disminuido un 0,4% y un 0,1% en los dos trimestres anteriores.
Italia registró también un sorprendente descenso del PIB (-0,3%), afectado en particular por la ralentización de la inversión en un contexto de encarecimiento del crédito. Suecia (-1,5%), Letonia (-0,6%) y Austria (-0,4%) también vieron contraerse sus economías.
Francia, España e Irlanda
Sólo dos países registraron resultados más robustos de lo previsto. En Francia el crecimiento alcanzó 0,5% (contra 0,1% en el primer trimestre), impulsado por las exportaciones que compensaron un consumo débil.
En España, el crecimiento económico se ralentizó ligeramente en el segundo trimestre, aunque se mantuvo robusto (+0,4%) gracias al fuerte consumo de los hogares.
El país que registra sin embargo el crecimiento económico más alto es Irlanda (+3,3%), tras un fuerte descenso en el trimestre pasado.
«Si no tomamos en cuenta los datos volátiles de Irlanda, el crecimiento en zona euro alcanza un 0,2% (…). La debilidad de la actividad sugiere que el repunte será efímero, y que la región corre el riesgo de estancarse o incluso empeorar en el segundo semestre», apuntó Ricardo Amaro, analista de Oxford Economics.
El endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra la inflación penaliza también la actividad, al restringir el acceso al crédito, afectando a su vez las inversiones y el consumo.
Riesgo de estancamiento
El BCE elevó la semana pasada sus tasas de interés en 0,25 puntos porcentuales, un noveno aumento consecutivo, pero sugirió que podría hacer una pausa en el aumento de sus tipos en los próximos meses.
Aunque las últimas previsiones oficiales auguran un crecimiento económico en torno al 1% para el conjunto de 2023, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, reconoció el jueves que las perspectivas se habían «deteriorado».
Eurostat subrayó sin embargo que la inflación anual de la eurozona siguió bajando en julio (5,3% contra 5,5% en junio y 6,1% en mayo), entre otros por un fuerte descenso de los precios energéticos.
Pero el índice de precios de consumo sigue particularmente elevado en el sector de la alimentación, con un aumento de 10,8% (en ligero descenso respecto al 11,6% de junio).
Al final, la inflación subyacente (que excluye la energía y los alimentos) se situó en el 5,5%, muy por encima del objetivo del 2% fijado por el BCE.
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