Teódulo López Meléndez: Educar a la educación

Teódulo López Meléndez

En su informe “Los cuatro pilares de la educación” Jacques Delors, quien la presidió, señala las cuatro bases: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, pues si se es los otros pilares tienen donde asentarse. En otras palabras, lo que se planteaba era superar una visión puramente instrumental de la educación.

En su excelente texto sobre “los siete saberes necesarios”, Edgar Morin nos da varias lecciones sobre la educación para este siglo: ella debe mostrar que no existe conocimiento que no esté amenazado por el error y la ilusión; el conocimiento debe ser pertinente, esto es, debe servir para conocer los problemas claves del mundo; enseñar la condición humana, es decir, enseñar lo que es común al ser humano y la necesidad de las diferencias; enseñar la identidad terrenal, porque la falta de conciencia planetaria nos está llevando a la destrucción; enseñar a enfrentar las incertidumbres, mediante la conciencia del riesgo y la estrategia; enseñar la comprensión, como garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad; resaltar la ética del género humano vista como una antropo-ética.

El educador ya no puede responder a las tesis academicistas, es ahora un mediador que impulsa hacia lo próximo para aprehender al mundo en todas sus facetas. El pedagogo norteamericano David Ausabel ha llamado al nuevo paradigma como un “aprendizaje significativo” desde su visión de psicólogo cognoscitivo y desde su teoría de “Advanced Organizers”. Aprendizaje significativo no es otra cosa que el hecho de una información nueva (concepto, idea, proposición) adquirir significado para un estudiante en su estructura cognitiva preexistente, la cual se restaura a medida que se aprende, de manera que el conocimiento va siendo construido. Visto de esta manera la educación no puede ser vista como entrega de información sino como desarrollo de capacidades.

El conocimiento se construye con la experiencia y de las estructuras internas del individuo que reorganizan esas percepciones y hacen mundo. El hombre de hoy es un ser conectado, de manera que no puede concebirse un conocimiento sin los demás, lo que nos lleva a replantear la llamada inteligencia colectiva: aprender, colaborar y trabajar juntos.

@tlopezmelendez

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