El miércoles pasado 25 de mayo estuve visitando la población de Quíbor en el municipio Jiménez del estado Lara. Allí está ubicada una formidable experiencia agropecuaria y agroindustrial. Una empresa fundada en 1970 por un isleño-venezolano llamado Alejo Hernández, a quien sus amigos llaman cariñosamente El Tornillo.
El Tunal comenzó siendo una típica parcela productora de cebolla, tomate y pimentón, diversificada después hacia la producción animal, para concluir con la importante organización El Tunal actual. ¡Qué bueno sería que Venezuela estuviera sembrada de organizaciones parecidas a El Tunal en toda la extensión de la geografía nacional! La realidad, lamentablemente, no es esa. Actualmente nuestro país produce menos de la cuarta parte de lo que necesita para satisfacer sus necesidades de consumo agropecuario.
Eso nos convierte en un país muy vulnerable. Una crisis de alimentos y de productos del campo como la que se avecina como consecuencia de la pandemia y de la guerra en Ucrania, el granero de Europa, nos encuentra en un grado de debilidad muy preocupante.
Para convertir a Venezuela en una nación con una fuerte producción agropecuaria que permita satisfacer, en alto grado, las necesidades del consumo interno y llegar a ser exportadores, la solución es relativamente fácil. Sembrar al país de empresas que sigan el ejemplo de El Tunal.
Para eso se necesita de una política oficial que entienda que el personaje central de una política agropecuaria es el productor. El pequeño, el mediano y el gran productor. Ellos son los que conocen su negocio. Ellos son los que saben lo que hay que hacer. Ellos son los que deben sentir la motivación de las políticas oficiales, la seguridad jurídica y personal, la asistencia técnica y crediticia, la disposición a comercializar sus productos con vías de comunicación adecuadas, vialidad rural, vías de penetración, carreteras sin alcabalas infamantes, ayuda para la adquisición de la maquinaria agrícola más moderna y de la tecnología más sofisticada. Ayuda para poder contar con agua y con sistemas de riego, con vacunas para los animales, con empresas como lo fue Agroisleña desaparecida por la arbitrariedad del Gobierno.
Venezuela puede convertirse en una nación orgullosa de su actividad agropecuaria. Un alto interés nacional así lo aconseja.
Seguiremos conversando…