La dieta cetogénica o ‘keto’, que consiste en consumir cantidades muy bajas de hidratos de carbono y cantidades elevadas de grasas, ha ido ganando popularidad e incluso se ha relacionado con una potenciación del sistema inmune en estudios recientes.
Los hidratos de carbono son la primera fuente de combustible a la que recurre el organismo para obtener energía para la vida diaria. Las dietas bajas en carbohidratos y ricas en grasas, como la dieta ceto, restringen el consumo de carbohidratos (por ejemplo, pan, pasta, arroz y otros cereales, productos horneados, productos de patata como patatas fritas y patatas fritas, y frutas y verduras ricas en carbohidratos).
Al privar al cuerpo de hidratos de carbono, este se ve obligado a empezar a descomponer la grasa para obtener energía. La descomposición de la grasa en el hígado produce cetonas, sustancias químicas que el cuerpo utiliza como energía en ausencia de hidratos de carbono; de ahí el nombre de cetogénica, o «productora de cetonas». Los defensores de una dieta cetogénica suelen sugerir limitar los carbohidratos al 10 por ciento del total de calorías diarias, las proteínas entre el 20 y el 30 por ciento y obtener entre el 60 y el 80 por ciento de las calorías diarias de las grasas.
Sin embargo, un nuevo estudio presentado en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología, junto con el Congreso Mundial de Cardiología, sugiere que una dieta cetogénica puede estar asociada a niveles más altos de colesterol ‘malo’ en sangre y a un riesgo dos veces mayor de sufrir episodios cardiovasculares como dolor torácico (angina de pecho), obstrucción de las arterias que requiera la colocación de un stent, infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
«Nuestro estudio ha revelado que el consumo habitual de una dieta baja en hidratos de carbono y rica en grasas se asocia a un aumento de los niveles de colesterol LDL (o colesterol ‘malo’) y a un mayor riesgo de cardiopatía», afirma la autora del estudio, Iulia Iatan, del Centro de Innovación Cardiopulmonar de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver (Canadá). «Por lo que sabemos, nuestro estudio es uno de los primeros en examinar la asociación entre este tipo de patrón dietético y los resultados cardiovasculares», añade.
Con información de Infosalus
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