28 de septiembre de 2024 3:29 PM

Griselda Reyes: Diálogos van, diálogos vienen

Diálogo. Una palabra que se ha repetido continuamente en los últimos años en Venezuela en procura de buscar salidas a la crisis social, política y económica que atraviesa el país. Diversos han sido los actores políticos, de la vida pública nacional y actores internacionales, que se han visto involucrados en las distintas etapas de las negociaciones entre Gobierno y la oposición.

Ya el ciudadano de a pie parece haber perdido la cuenta de los intentos y conatos de entendimiento, muchos de estos quedando en nada por las presiones de las distintas partes. Caracas, República Dominicana y México; han servido de sede para los puntos de inflexión más álgidos de esto… Al menos de lo público.

Pero ¿En qué se ha traducido realmente el diálogo? ¿Cuántos hospitales han sido abastecidos de insumos y medicinas?, ¿Cuántas escuelas se han recuperado o cuántos comedores populares han reabierto?, ¿Cuántos ancianatos han podido mejorarse?… Creemos que estas deben ser las prioridades en cualquier episodio, teniendo a los ciudadanos más vulnerables como protagonistas.

Para esta servidora, que ha predicado sin cesar el hecho de que todo pasa por la política, entendiendo que es necesario el diálogo y la negociación, desde hace mucho hay que acelerar los tiempos. No podemos seguir en tiempos diplomáticos y burocráticos que en poco suman a atender las necesidades de los venezolanos.

Ahora aparece en la escena Bogotá. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, maniobra -asumiendo cierta jefatura latinoamericana- para trasladar el diálogo de México al país vecino. No podemos subestimar esta opción ni ser viscerales diciendo que es un aliado de Nicolás Maduro.

Nosotros siempre apostamos a concretar lo que haya que hacer por el bien del país. Creemos que el primer mandatario neogranadino, con la nueva reconfiguración de la región podría tener la capacidad real de presionar en función de avanzar.

Lo primero, en esta nueva reedición que ya parece tener el diálogo, debe ser la inclusión. Estos intentos de entendimiento, y lo digo así porque no ha prosperado más allá de esto, deben necesariamente dejar atrás el secuestro que han asumido la polarización de siempre, es decir, el Gobierno y solo un sector de la oposición reducido a lo que en su momento G-4. Todos tenemos aportes que llevar a cualquier mesa que se instale en Bucaramanga, La Patagonia, Río de Janeiro, Choroní o el Salto Ángel.

Por otro lado, si la comunidad internacional quiere sumar positivamente no pueden repetirse episodios como el de la liberación de los fondos que son de todos los venezolanos, como ha sucedido con el agonizante proceso de México. Ahora todos se señalan por las trabas de estos fondos.

Frente a tantas necesidades que atraviesan los ciudadanos de a pie, el diálogo no puede asumirse simplemente como una caja chica para ser capitalizada en función de intereses electorales. Hay que quitarse el chip electoral y procurar que cualquier dolar que sea acordado en función del país, este llegue lo antes posible.

Así como la gente no puede esperar hasta el 2024, fecha en que está pautada la contienda electoral, el diálogo o sus resultados no deben rodarse en función de la fecha comicial a ver quien tiene fondos o créditos para cobrarlos electoralmente.

Frente a este panorama, hacemos definitivamente votos para que si la cita es en Bogotá, el presidente Petro logre poner a la mayor cantidad de actores políticos de acuerdo y que la comunidad internacional gestione, con la agilidad que la crisis exige, lo que se acuerde.

@griseldareyesq
griseldareyes@gmail.com
www.griseldareyes.com

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