Medias blancas. Pantalón negro. Camisa verde y blanca de rayas. Pelo recogido. Botines embarrados. Balón al piso. Así luce Deyna Castellanos en algunas fotografías de su álbum familiar: uniformada y sonriente, cualquier día de partido, en Maracay.
Por el Espectador de Caracas con información de Noticias al Día y a la Hora
Fue su madre quien le apremió con cinco años a buscar alguna otra actividad, aparte de la escuela, para que drenara toda la energía que tenía. “Queríamos cansarla un poquito, la verdad”, recuerda doña Irene en declaraciones a EFE.
“Deyna de niña era activa, inquieta, enérgica y audaz; a veces temeraria. Me causaba gracia lo increíble que era verla jugar y dejar a todos los niños detrás. Era muy rápida y, una vez que tenía el balón, le sacaba una ventaja enorme a los demás niños. Enseguida los papás de los otros equipos decían: ‘perdimos, eso es gol’”, relata.
Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Deyna Castellanos se animó a patear y a correr por la cancha. Maravillaba entonces su dominio con la pelota. Lo sigue haciendo a día de hoy, situada entre las máximas goleadoras y asistentes de la Primera División de España. “Empezar a jugar al fútbol ha sido la mejor decisión de mi vida”, resuelve en una charla con EFE la futbolista del Atlético de Madrid.
Lea la nota completa en Noticias al Día y a la Hora