Linda D’Ambrosio: De Séneca a Darwin

“Voz del pueblo, voz de Dios” reza un conocido dicho, Y aunque históricamente las masas han cometido innumerables errores, cierto es que mucha de la sabiduría popular se edifica sobre la base de la experiencia repetida en la vida cotidiana.

Muchos de los “memes”, esas imágenes que circulan en las redes sociales y que en ocasiones resultan inspiradores y moralizantes, parten del mismo principio. Su éxito y “viralización” se encuentran asociados al hecho de que “resuenen” – otro término de reciente cuño, en la era tecnológica- en el ánimo del público. Es la moderna versión de voz del pueblo.

Desde distintos puntos del planeta, y por ende en sucesión, según el huso horario de donde provengan, voy recibiendo cada día diversos mensajes deseándome una buena jornada, cuyo núcleo central lo constituyen memes, eslabones que forjan la cadena que me mantiene unida muchos de mis afectos dispersos por el mundo.

Aprecio el cuidado con que se elaboran estos mensajes colectivos, aprecio el hecho de que me tengan presente y, en ocasiones, aprecio también su contenido.

De mis favoritos, están los de mi prima Susana, primorosos y prolijos. Y están los de mi amiga Bárbara, casi siempre hilarantes, pero en muchos casos profundos. En días pasados, me envió una frase de Séneca, que me resultó profundamente inquietante y que despertó mi reflexión: “Si uno no sabe a qué puerto navega, ningún viento es favorable”.

Y es que uno va afinando sus convicciones en la vida.

Me explico: durante mis años de universidad, me topé con una advertencia sobrecogedora en un texto de Administración: “Si no sabes a dónde vas, puedes llegar a un lugar que no quieres”. La frase, en consonancia con el postulado de Séneca, “resonó”, como dicen ahora, con mis más íntimos sentimientos. Hay que tener claro para dónde va uno. De hecho, las metas son uno de los más elementales pilares de la planificación en cualquiera de los órdenes de la vida. Nos permiten ordenar nuestras acciones en un sentido concreto y verificar si avanzamos en la dirección deseada.

Sin embargo, a esta idea se ha sumado recientemente un concepto insospechado: la incertidumbre. ¿Qué sucede cuando, en un plan que parecía conducir de forma más o menos contundente a una meta, surgen cambios inesperados?

La planificación estratégica preveía cursos alternativos de acción para alcanzar esa meta. Pero qué ocurre cuando un cataclismo nos cambia las reglas del juego y nos deja, contra todo pronóstico, a la intemperie?

Podría citar infinitos casos. Los venezolanos sabemos bastante de estos cambios en el entorno. Muchos que creíamos consolidada nuestra tranquilidad, que pensamos que teníamos los deberes hechos, como dicen los españoles, nos vimos de repente en situación de empezar de cero. Conozco historias absolutamente dramáticas fruto de la migración y de la diáspora, historias que involucran suicidios, imperios derruidos y miserias morales.

Y es que, a este meme tan efectivo y estimulante de Séneca, habría que adjuntar otra frase, también carne de meme: “la confianza de un pájaro está en sus alas, no en la rama que lo sostiene”.

Nuestro poder radica quizá, no en creer que tenemos control sobre todas las cosas, que una correcta planificación nos conducirá de forma inequívoca a nuestro objetivo, sino en ser absolutamente humildes para aceptar que no somos todopoderosos, que nuestra estabilidad puede verse afectada en cualquier momento por factores externos, y en tener nuestra confianza cifrada en la serenidad, los valores, y la capacidad de aprendizaje.

Después de todo, ya lo había advertido Darwin en 1859: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.

linda.dambrosiom@gmail.com

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