Antonio Ledezma es uno de los políticos venezolanos más brillantes, intelectual y estratégicamente hablando. Dotado de una singular inteligencia y formación, no limita estas capacidades a la mera actuación política, sino que a la par de esta lleva una profunda e interesante reflexión intelectual. El más reciente producto de esta última es su reciente libre intitulado igual que este artículo.
¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? es una lectura indispensable para cualquiera que desee tener un conocimiento básico de la realidad política, social y económica, pasada, presente y futura de Venezuela. Escrito de manera clara y simple es claramente como la portada del libro indica “un relato que explica cómo fue posible arruinar un país riquísimo y las propuestas para salir de la crisis”.
Es obvio que para comprender la realidad de un país es indispensable tener una panorámica histórica del mismo y eso es precisamente lo que Antonio en una apretada síntesis nos da en la primera parte de su obra.
De entrada, nos señala cuál será el hilo conductor de su relato y es que la característica básica de nuestra historia es “el sectarismo y el personalismo son una perturbación que debe ser erradicada”. Iniciando con la incipiente vida republicana de la Independencia, nos describe el derrotero de fatales ambiciones y traiciones que caracterizan la vida republicana venezolana.
Obviamente, una parte gruesa de esa historia inicial de la República está centrada en Bolívar y a él dedica los primeros capítulos del libro. Nos destaca Antonio la opinión del historiador José Ameliach en que “La Cosiata fue el principio del fin”. A partir de allí nos narra Antonio de una forma breve el rosario de “revoluciones” que no son más que insurrecciones caudillistas en pos del poder. Este rosario concluye con la consolidación del Estado efectuada por Juan Vicente Gómez, este “pasaría a la historia como el arquitecto del Estado moderno venezolano”.
Especial mención merecer el necesario énfasis que le concede Antonio a la preclara figura de Rómulo Betancourt, el padre de la democracia venezolana y modelo político de la acción política de Antonio Ledezma. Coincidimos con la valoración que se le da al Pacto de Puntofijo, el cual en palabras de Marco Tulio Bruni Celli, citadas en el libro: “No fue solo un pacto de gobernabilidad. Fue esencialmente un compromiso para salvaguardar la vida de la naciente democracia. Con el pacto se evitó el regreso a la vida civil cruenta que había vivido el país y que había dado como resultado el golpe militar del 24 de noviembre de 1948”.
Con el análisis del Pacto de Puntofijo se entra en la segunda parte del libro la narración de los 40 mejores años de la historia venezolana, los de la democracia de Puntofijo, 1958-1998. De nuevo en una apretada síntesis nos describe el autor en unos pocos cortos capítulos, lo que yo llamaría la epopeya democrática del país. Resaltando sus cualidades, pero obviamente sin dejar de indicar sus errores, en un análisis objetivo, indispensable para entender los acontecimientos nacionales de estos tiempos.
Indudablemente los capítulos más interesantes de ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? es la descripción de los aciagos momentos de la caída de la democracia en manos del socialismo del siglo XXI, de entrada se lamenta Ledezma que “la aparición de Hugo Chávez y su perorata populista es la regresión a unos tiempos que parecían superados en Venezuela”.
En una incisiva autocrítica nos habla Antonio sobre el mayor defecto de la democracia:
“La flojera intelectual era una aliada de la dejadez de los jefes políticos para promover no solo los nuevos liderazgos que refrescaran los rostros de sus maquinarias, sino también de su arsenal programático, con casi todas sus tesis desadaptadas y chocando contra la nueva realidad que esos mismos partidos habían producido al modernizar a Venezuela. Los partidos acusan un declive peligrosísimo”.
Una significativa parte del libro se dedica a registrar cómo el socialismo del siglo XXI asesinó a Venezuela. Pero no se entrega Antonio Ledezma, con una admirable pasión de lucha indica: “Toca emprender la reconstrucción con un ánimo sobrehumano… Lo que está planteado es rescatar al país y sus ciudadanos de este naufragio y poner la brújula hacia un punto distante de los azares”.
Y es precisamente a describirnos esa brújula, con una prolijidad de detalles, que Antonio dedica la tercera y más extensa parte de su libro (que requeriría varios artículos para poder reseñarlo), no solamente algo similar a un programa de gobierno, sino algo mucho más que eso, es un manifiesto programático para la reconstrucción del país.
Básicamente inspirado en las “Propuestas para un Gobierno de Transición” que él suscribió con María Corina Machado y Leopoldo López el 11 de enero del 2015, pero claramente trascendiendo estas pues tiene más claridad y profundidad, Antonio detalla toda una hoja de ruta para la reinstauración democrática en Venezuela.
Qué nos propone Ledezma: una democracia plena, una economía social de mercado, una agenda de reconstrucción, el reto de la superación de la pobreza, la educación como base de la nación, una reafirmación de los valores y de la institución familiar, y finalmente un Pacto de Estado, en el cual hace énfasis en la reunificación de los venezolanos con un liderazgo que “cree las condiciones para que se repare el tejido social que han roto los parlanchines de una falsa justicia social promoviendo odios y rebuscando cuentas pendientes en los cofres del pasado”.
Queda pues el mensaje claro hay que superar el sectarismo y el personalismo y buscar la restauración democrática todos los demócratas unidos como un solo hombre para rescatar el país del socialismo del siglo XXI. Qué gratificante es ver que Venezuela tiene un líder de la capacidad de Antonio Ledezma dedicado a conjugar el pensamiento y la acción para presentar un camino de salvación al país. Ojalá Antonio no are en el mar por el bien de Venezuela.