Presión internacional para acorralar al Gobierno de La Habana, o solidaridad y ayuda humanitaria para aliviar un mínimo la grave escasez que sufre la población y es una de las causas del gran malestar ciudadano, factor clave en las inéditas protestas que sacudieron Cuba el 11 y el 12 de julio. He aquí el dilema a debate en la comunidad internacional a día de hoy –presión, ayuda o una combinación de ambas–, visto que lo sucedido en Cuba ha traspasado claramente sus fronteras.
Por: Espectador de Caracas con información de Alberto News
La cascada de condenas por la represión a los manifestantes, en el caso de Washington acompañadas por sanciones a altos mandos del ejército y la policía, han puesto a La Habana en modo plaza sitiada y multiplicado los argumentos oficiales de que el país es objeto de una gran campaña mediática y que EE UU está detrás de todo lo sucedido.
Simultáneamente, el Gobierno, que habitualmente ha sido reticente a aceptar ayuda humanitaria por considerarlo una debilidad –o incluso una injerencia, si apreciaban politización en los donantes–, ahora ha abierto las puertas de par en par a la solidaridad internacional y han comenzado a repartir inmediatamente los víveres recibidos.