Lampedusa, una isla entre el turismo y la crisis migratoria

En el puerto de la pequeña isla italiana de Lampedusa (sur) se amasan decenas de pateras abandonadas, entre botellas de aguas y abrigos empapados. Son los restos, aún calientes, de la llegada de miles de inmigrantes desde las cercanas costas africanas, la huella cotidiana de una crisis que no cesa.

Una parte del muelle de Punta Favaloro se ha convertido en un extenso vertedero que acumula más de sesenta embarcaciones usadas por los inmigrantes para alcanzar suelo europeo en sus travesías por la ruta migratoria más letal del planeta, el Mediterráneo central.

Las hay de todos los tipos, a la espera de que sean desguazadas: pesqueros más o menos grandes, otras son simples barcazas de madera descolorido y de metal oxidado o simples lanchas neumáticas que -milagrosamente- han llegado a su destino.

Todo repleto de los vestigios de la «aventura», como infinidad de botellas o abrigos que a buen seguro resultaron útiles en las noches al raso en alta mar, mientras que del fondo del agua despuntan las hélices y motores que los llevaron a suelo italiano.

Se trata de la imagen de una crisis que viene golpeando a esta isla desde que en 1992 apareciera en su horizonte la primera patera con unos cuantos tunecinos, si bien el problema se ha acentuado en los últimos años hasta recibir continuas oleadas migratorias, sobre todo en verano, cuando el mar se aplana y facilita las travesías.

Con las cifras en constante evolución, en lo que va de año han desembarcado en Italia 130.620 inmigrantes, el doble que en el mismo periodo del 2022 (68.283), y la isla de Lampedusa ha vuelto a ser, frecuentemente, la primera Puerta de Europa.

Llegadas entre las sombrillas

Los últimos en llegar han sido unos trescientos subsaharianos esta misma mañana. Su paso de hecho es bien visible en el puerto en forma de bolsas de basura, mantas térmicas abandonadas y bidones con todo tipo de desperdicios.

Todos ellos han sido trasladados inmediatamente al único centro de acogida primaria de la isla, en Contrada Imbriacola, que actualmente acoge a unas dos mil personas pese a tener capacidad solo para 400, completamente amurallado y vigilado desde lo alto por el Ejército.

Los recién llegados no tienen problemas serios de salud, solo están «muy cansados», y han recibido un «kit de bienvenida» con ropa y productos de limpieza, explica a EFE Francesca Basile, portavoz de la Cruz Roja Italiana, que gestiona el centro desde junio.

Padecen naturalmente la situación de hacinamiento, pero esperan que sea por poco tiempo porque las autoridades «vacían» el lugar con traslados de inmigrantes en barco a otros centros del país, como el de Porto Empedocle, en Sicilia (sur).

Paradójicamente todo este trasiego transcurre en un discreto segundo plano en esta isla consagrada a la pesca y al turismo de playa, donde los inmigrantes de hecho no suelen interferir con los locales, siendo llevados del puerto al centro de acogida en buses.

El mismo puerto revela esta particularidad, pues, a pocos metros del vertedero de pateras, pueden verse decenas de barquitos impolutos y encerados y algunos turistas que han decidido apurar el verano (acertadamente a juzgar del intenso calor que abrasa la isla).

Un escollo político

Lampedusa sigue preocupando en Roma, pero espera desde hace tres décadas una solución que acabe de una vez por todas con estos incesantes desembarcos.

Porque la cuestión tiene un importante reverso político. La propia primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, ganó las elecciones hace un año prometiendo «mano dura» con la inmigración y un «bloqueo naval» frente a África para impedir las salidas.

Sin embargo, un año después, la situación no es que haya mejorado, sino que los números de llegadas se han disparado, debido sobre todo a las incontables crisis que salpican el continente africano.

Su vicepresidente, Matteo Salvini, actualmente procesado por su férrea política migratoria cuando fue ministro del Interior en 2018, hoy insistió en una iniciativa tajante: «hundir las pateras y barcaza, vacías y requisadas» a las mafias de la inmigración.

«Es un deber moral para acabar con los traficantes de seres humanos y sus instrumentos de muerte», alegó en la red social X, la antigua Twitter.

La isla recibió hoy la visita del ex primer ministro Giuseppe Conte, líder del opositor Movimiento 5 Estrellas (M5S): «Estoy aquí para dar un mensaje de solidaridad a una población que atraviesa grandísimas dificultades», proclamó antes de visitar el ambulatorio.

«El mensaje es que no os abandonamos», sostuvo, antes de asegurar que durante su paso por este remoto enclave italiano recabará información de sus vecinos para vigilar la acción del Gobierno, al que acusa de «fracaso diplomático» en sus relaciones con los países del norte africano, desde donde zarpan las barcazas que hoy se pudren en el puerto de Lampedusa.

Con información de EFE

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