Llamamos pústulas a pequeños bultos llenos de pus, similares a las ampollas, que aparecen en la piel. Son comunes en el rostro, el pecho y la espalda, pero también en áreas sudorosas, como la ingle y las axilas. Aunque a veces se confunden con los granos de acné, las pústulas suelen ser de mayor tamaño (entre 5 y 10 milímetros) y se presentan en parches, rodeadas de piel rojiza e inflamada. Además, provocan dolor al tacto, sensación de calor y picazón intensa.
Algunas condiciones de la piel, como la dermatitis, la foliculitis, alergias o diferentes tipos de infecciones, pueden ser causas de aparición de pústulas. Dependiendo del origen, habrá distintas maneras de tratarlas. Por lo que explorar las diferentes causas te ayudará a comprender qué le está pasando a tu piel y cómo puedes tomar acción para no exponerte a otras complicaciones.
1. Acné
Que el acné sea una de las causas principales de pústulas en la piel se debe a la combinación de varios factores. En particular, a una acumulación de células muertas y residuos de sebo que obstruyen y dilatan los poros, generando un ambiente idóneo para la proliferación de la bacteria Propionibacterium acnes.
Al multiplicarse, este microorganismo desencadena una respuesta inflamatoria en la piel. La misma se manifiesta con enrojecimiento, inflamación y la formación de pequeñas protuberancias llenas de pus (pústulas).
¿Cómo tratarlas?
El tratamiento de las pústulas por acné suele realizarse con una serie de cuidados tópicos. Lo primero que debes considerar es una adecuada limpieza de la zona afectada, solo con agua tibia y jabón neutro, un máximo de dos veces al día. Evita cualquier producto irritante o lavados excesivos.
Una vez que la piel esté limpia y seca, utiliza un producto de venta libre (crema, ungüento, loción, gel) que contenga peróxido de benzoilo o ácido salicílico. Te ayudarán a combatir las bacterias, eliminar células muertas y reducir la inflamación.
En casos severos, el dermatólogo puede sugerir otros medicamentos, como los retinoides tópicos, que disminuyen la producción de grasa; y los antibióticos, como las tetraciclinas o los macrólidos, que combaten la infección bacteriana.
2. Foliculitis
Las pústulas causadas por la foliculitis suelen ocurrir cuando bacterias, como Staphylococcus aureus, consiguen multiplicarse. En esta afección, los folículos pilosos se inflaman debido a una obstrucción por vellos encarnados, residuos de sudor, productos para el cabello y células muertas.
Con estas condiciones favorables, las bacterias penetran en la piel y generan una infección, que se manifiesta con elevaciones rojizas, llenas de pus y dolorosas al tacto. A diferencia del acné, que suele ocurrir en zonas ricas en glándulas sebáceas, la foliculitis se forma alrededor de los folículos capilares, como los que hay en la barba, las axilas, las piernas y la ingle.
¿Cómo tratarlas?
A menudo, la foliculitis se resuelve con medidas de autocuidado, como la adecuada limpieza de la zona afectada y la aplicación de compresas tibias para reducir la inflamación. También es crucial evitar rascar las pústulas y no reventarlas.
Si no mejora o si los síntomas son severos, es necesario determinar la causa de la infección para aplicar otros tipos de tratamientos. En el caso de bacterias, el médico dermatólogo puede recetar antibióticos tópicos, como clindamicina y ácido fusídico, u orales, como dicloxacilina y cefalexina.
Cuando la causa son hongos, se sugieren antifúngicos tópicos, como el clotrimazol o el ketoconazol. Algunas veces, se utilizan cremas con corticosteroides para reducir la inflamación y el picor.
3. Impétigo
El impétigo es una infección bacteriana bastante contagiosa, que se manifiesta con pústulas, pero también con picazón, enrojecimiento y dolor. Se origina por bacterias como Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes.
Las lesiones suelen ser elevadas y rellenas de líquido amarillento (pus). Revientan y forman costras. Si la infección se agrava, estas se vuelven más grandes o ulcerosas. Por el riesgo de contagio y su complejidad, es fundamental buscar atención médica.
¿Cómo tratarlo?
El tratamiento del impétigo se realiza con medicamentos tópicos y orales. Si bien es conveniente mantener la zona limpia y seca para prevenir la propagación de las bacterias, es necesario aplicar antibióticos, como la mupirocina o el ácido fusídico, para eliminar la infección.
En casos graves, el médico recomienda fármacos de administración oral, como la dicloxacilina o la cefalexina, para matar las bacterias y facilitar el alivio de la piel. Es fundamental completar el tratamiento, incluso si las lesiones mejoran.
4. Dermatitis de contacto
La dermatitis de contacto, tanto alérgica como irritante, puede cursar con pústulas. No es la manifestación clínica más común, pero sucede cuando hay una reacción inflamatoria severa que facilita la proliferación de bacterias.
Es más común luego del contacto prolongado con sustancias cáusticas y alérgenos potentes, como detergentes y jabones fuertes, alcohol, acetona, plantas como la hiedra venenosa y el níquel presente en algunas joyas.
¿Cómo tratarlas?
La primera medida para aliviar las pústulas es identificar y evitar el contacto con la sustancia que detona la dermatitis. Luego, limpiar la zona y aplicar compresas frías puede reducir la inflamación y el dolor.
Las cremas o ungüentos con corticosteroides disminuyen la inflamación, el enrojecimiento y el dolor. Además, el médico puede sugerir antihistamínicos para controlar la reacción alérgica o antibióticos si hay signos de infecciones bacterianas.
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