¿Cómo se puede aplicar la filosofía en la vida cotidiana?

Etimológicamente hablando, la palabra filosofía significa “amor por la sabiduría”. Ahora bien, muchas personas asumen que este saber se limita al estudio teórico y académico. No obstante, filosofar va mucho más allá. Aunque no lo creas, todos aplicamos la filosofía en la vida cotidiana.

Por: Espextador de Caracas con información de Mejor con Salud

En este sentido, los niños pequeños son grandes filósofos, pues mantienen una posición de curiosidad ante el mundo y constantemente cuestionan el por qué o el cómo de las cosas. Asimismo,  los adultos también filosofamos cuando tenemos inquietudes sobre la vida, cuando nos replanteamos situaciones cotidianas o cuando asumimos posturas justificadas basadas en un marco de creencias.

Cómo se puede aplicar la filosofía en la vida diaria

Según el filósofo alemán Wolfram Eilenberger, todos tenemos una filosofía, sin la que no podríamos vivir la vida. Pues esta engloba ideas muy generales sobre quiénes somos, quiénes son los demás, cómo fueron las acciones en el pasado y cómo serán en el futuro.

Por lo tanto, este pensador afirma que la idea de aplicar la filosofía en la vida cotidiana no es tan así, sino que la filosofía ya está ahí, siempre estuvo con nosotros. Solo hay que reconocer dónde está y cuándo sucede.

En concordancia con lo que afirma Eilenberger, es una realidad que todos filosofamos. Lo que ocurre es que la mayoría no es consciente de que lo hace.

Por ejemplo, aplicamos la filosofía en la vida cotidiana cuando nos preguntamos cómo entender al otro y a la sociedad, cuando nos cuestionamos el sentido de nuestras vidas o al reflexionar cuáles acciones son las más correctas en una situación determinada.

Dicho esto, el quehacer filosófico empieza con la duda. Por lo que cada conversación que sea fluida, amplia y enriquecedora sobre un tema en especifico puede ser filosófica. Incluso la reflexión individual, producto de la inquietud, también es un acto filosófico.

No obstante, no solo basta con inquietarnos. El quid del asunto, según Eilenberger, es que debemos tomarnos nuestras propias preguntas en serio. Allí es cuando la filosofía comienza.

Muchos tienen preguntas, pueden formularlas, pero luego las dejan a un lado. No consideran sus dudas y cuestionamientos seriamente. Una vez que alguien revierta eso, entonces empieza a filosofar.

Mujer se hace preguntas.
Hacerse preguntas es el primer paso, pero luego se debe avanzar hacia pensamientos que nos ayuden a buscar respuestas.

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