Para mucha gente, el hogar es solo el lugar donde guardar cosas, dormir y asearse. Para otros, la vivienda lo es todo: un refugio cuidado que a la vez cuida. Pero, como todo, los extremos no son buenos y existen personas cuyo amor a su casa es tan grande que pierden el interés en el mundo exterior; lo que protege la estructura es suficiente para vivir, sin importar nada ni nadie más. Esto se conoce como ‘cocooning’ y es un término nacido en los años 80 empleado para referirse al placer que se encuentra al estar en casa, pero ese disfrute puede llevar al aislamiento social si no se sabe gestionar de una forma adecuada.
Al parecer, es desde la pandemia por Covid que nos hizo parar y nos encerró a casi todos en nuestras casas por un largo periodo de tiempo lo que motivó que muchas personas se empezaran a dar cuenta de que en casa estaban muy bien. Tan bien que ya no ven necesario salir de ella más que para las cosas indispensables. Olga Fernández-Velilla Lapuerta, psicóloga en Instituto Cláritas, dice que, al vernos obligados a aprender a disfrutar a pesar de no poder salir y el auge de la tecnología, que nos permite estar en contacto con el exterior o trabajar desde la comodidad de nuestro hogar, «ha hecho que esta tendencia que proviene de países anglosajones o nórdicos con una cultura mucho más casera se instale cada vez más en nuestro país».
Quiénes son más propensos al ‘cocooning’
Pero, ¿qué implicaciones tiene? Según la psicóloga, la más evidente es el aumento del tiempo que pasamos en nuestros hogares y con ello todo lo que conlleva: «Al pasar cada vez más tiempo en sus casas, la gente trata de cuidar más el espacio donde vive haciéndolo más cómodo, bonito y acogedor. También es habitual que cada vez sean más comunes los planes en casas de familiares o amigos». Por tanto, ese espacio pasa a ser el lugar de disfrute personal, a veces profesional, en muchas ocasiones espacio de teletrabajo y también donde socializar.
Para Olga Fernández-Velilla Lapuerta, el cuidar de nuestro hogar puede tener grandes beneficios ya que es muy importante sentirnos satisfechos, tranquilos y cómodos en un lugar dónde pasamos tantas horas.
«Hoy en día creo que la mayoría practicamos el ‘cocooning’ de una forma u otra cuidando y decorando nuestras casas, pasando tiempo de calidad en ellas, etc. No obstante, como toda practica puede llegar a conllevar sus riesgos si se lleva a un extremo.
¿Cuáles? El hecho de aplicarlo no tiene por qué conllevar un riesgo ‘per se’, pero sí puede desembocar en conductas más extremistas que pueden tener consecuencias negativas. Estas son las que recalca la psicóloga de Instituto Cláritas:
– El aislamiento total, convertir un hogar en un lugar agradable será fundamental pero cuando ese lugar no se quiere abandonar o cuesta, generando malestar el hacerlo, puede haberse convertido en un problema.
– Limitar la socialización si cada vez la socialización cara a cara cuesta más y se tiende a limitarla o mantener las relaciones sociales fundamentalmente a través de las redes sociales u otro tipo de tecnología.
A pesar de que esta práctica pueda ser algo muy saludable en algunos casos para bajar los niveles de estrés si uno tiende a tener dificultades en cuanto a la socialización y tendencia al aislamiento o hay o ha habido presencia de fobias como la fobia social o la agorafobia, cuidado y tratar de revertir esas dinámicas para que no generen mayores consecuencias negativas.
Con información de ABC.es
Síguenos en Telegram, Instagram y X para recibir en directo todas nuestras actualizaciones