La indulgencia que ha mostrado y reiterado el Gobierno venezolano frente a las guerrillas de Colombia terminó por convertirse en una férrea sospecha de complicidad con estos grupos irregulares, una hipótesis que tiene sustentos y fallos y que atiza la animosidad entre estas naciones vecinas.
Por: El Espectador de Caracas / EFE
Cuando, en 2008, las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) eran vistas como una organización criminal en todo el mundo, el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) fue el primero en decir que estos grupos no eran terroristas; sino insurgentes políticos que merecían reconocimiento.
En adelante, la simpatía entre el chavismo y los combatientes -también del Ejército de Liberación Nacional (ELN)- fue creciendo. Al punto de que los sublevados encontraron en Venezuela un respaldo ideológico. El cual les aportaba legitimidad y que además los empujó a una pacificación que fue rubricada por las FARC; una extinta guerrilla.
Pero, con la incesante denuncia del incumplimiento de los acuerdos de paz en Colombia y un rearme anunciado por las disidencias de las FARC. Por ello, se ha reactivado la búsqueda de guerrilleros. Y ahora, más que nunca, el Gobierno colombiano denuncia que están bajo el cobijo de la llamada revolución bolivariana, en territorio venezolano.
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