22 de noviembre de 2024 12:03 PM

Claudio Fermín: Maturín olvidada y dolida

En la actividad política, en las aulas de sociología y en el ejercicio profesional hemos estudiado y constatado las previsiones que en materia de planificación y en la administración de nuestras ciudades se tomaron por décadas. Solíamos poner como ejemplos de ciudades bien planificadas a Ciudad Guayana, a Barquisimeto y a Maturín. Eso ha cambiado. El deterioro de esos grandes centros poblados ha sido una de las penosas consecuencias de políticas económicas y de servicios públicos equivocadas, que, para agravamiento de esos errores, han sido ejecutadas al calor de agendas políticas que privilegian la confrontación extrema en detrimento de indispensables acuerdos para el crecimiento armónico de las ciudades y la protección social de la población que en ellas reside. Como para asegurar que todo saliera mal, esas políticas han tenido como operarios a activistas impuestos por el clientelismo en vez de profesionales y técnicos conocedores de la complejidad del desarrollo urbano y de la organización de servicios públicos de calidad.

Maturín, una de nuestras ciudades más bellas, ya no es la misma. Una cosa es el centro de Maturín y otra es la realidad en la ancha franja de diez parroquias en las que habitan casi 700.000 personas. Pasar por la avenida Bolívary detenerse en la bella plaza Rómulo Gallegos, o en la avenida Juncal deleitarse con el ambiente de la plaza Ayacucho, al igual que en la avenida Bicentenaria en la Plaza Piar, es disfrutar por un rato unos espacios que no se parecen a la Maturín de carne y hueso, donde viven y padecen los orientales de hoy. Los trabajos de ornato público que en esas plazas se han llevado a cabo no son suficientes para satisfacer los reclamos de la gente más necesitada. En los barrios de la ciudad, que sobrepasan los cuatrocientos, las calles son intransitables y por muchas de ellas ruedan las aguas negras. El transporte público es escaso y opera hasta las 6:00 de la tarde. Después de esa hora pocos conductores se atreven a exponer sus unidades y sus vidas. 

La inseguridad mete miedo. Y no sólo en las barriadas populares. Pasa igual en los urbanismos alrededor de la zona industrial, en la parroquia La Cruz, donde varias generaciones de profesionales compraron casas con inmenso esfuerzo y hoy son prisioneros del hampa. Los módulos policiales en urbanizaciones y barrios no funcionan. Fueron abandonados. Las fallas constantes de energía eléctrica se manifiestan en apagones dos y tres veces al día, lo que ha popularizado la expresión “racionamiento permanente”. Las bombas de agua están quemadas en muchas comunidades y, en consecuencia, no hay agua. La sarna, el paludismo y el dengue son enfermedades endémicas en Maturín. Eso puede verificarse en El NazarenoLa Constituyente, en 4 de febrero, en Los Capachos y en otros barrios de la parroquia Las Cocuizas. Las mismas enfermedades las encontramos en comunidades de la parroquia Los Godos, como la Invasión de la Puente. Ante estas calamidades no hay respuestas. 

La infraestructura educativa está en el piso. El Pedagógico, como coloquialmente llamamos a la Universidad Experimental Libertador, está totalmente desmantelado. Las aulas sin energía eléctrica y sin ventanas. Sin pupitres. No hay baños. Todo se lo robó el hampa y lo permitió la desidia. No hay condiciones para atender a los estudiantes en el Pedagógico y los muchachos se reúnen con sus profesores en pasillos y en plazas. Pero sin baños y al aire libre, si en una asignatura están pautadas tres horas de clase, sólo trabajan una hora. Pareciera que después de cincuenta y un años formando profesores para el Oriente del país, el Pedagógico recibió una maldición en vez de respaldo por el noble servicio que por medio siglo ha prestado. Después de haber tenido una nómina de casi 12.000, quedan a lo sumo 1.500 estudiantes que no tienen transporte, ni biblioteca ni comedor. El gimnasio cubierto se quedó sin techo, también fue desmantelado. Para las familias de Anzoátegui, SucreBolívarNueva Esparta, que vieron a sus jóvenes formarse en esas aulas, el Pedagógico no tiene hoy ningún atractivo. No hay que hacer grandes lucubraciones para vislumbrar el déficit de educadores que se avecina. Ante este drama tampoco hay respuestas por parte del gobierno. 

La Universidad de Oriente también está en crisis, aunque desde hace tres meses la Gobernación de Monagas comenzó la recuperación del alumbrado y colocaron presencia policial. 

En el hospital “Dr. Manuel Núñez Tovar” el gobierno está construyendo una nueva sala de Emergencia y reacondiciona otros espacios. Pero con eso no basta. La gerencia y los procedimientos aplicados no resuelven el mucho tiempo de espera para acceder a consultas con especialistas ni los largos meses que transcurren para lograr un cupo para una intervención quirúrgica. El déficit de enfermeras es muy grave, causado por los bajos salarios a los que están condenadas. El deterioro socialno se puede esconder en la ciudad: en el calabozo del C.I.C.P.C., previsto para treinta personas, están hacinados más de 200 presos en espera de las decisiones de los tribunales, sometidos a violaciones, hundidos en sarna y tuberculosis. Gente con aparentes problemas mentales deambulan desnudos por las calles y retumba el dolor de todos por niñas que se prostituyen por un paquete de harina Pan. Ante nada de eso hay respuesta, ni de gente con poder ni del partido de gobierno ni de las decenas de organismos nacionales y regionales regados por la ciudad, ni de concejales, legisladores y dirigentes de oposición que desde el año pasado están muy ocupados buscando candidatos para elecciones que ocurrirán el 2024 y el 2025.

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