“Lo que decida el Tribunal Constitucional, se decide y se cumple”, había anticipado el presidente de Cabo Verde, Jorge Carlos Fonseca, sobre el proceso de extradición a Estados Unidos de Alex Saab, testaferro de Nicolás Maduro.
En declaraciones a periodistas el martes 15 de junio en Praia, la capital caboverdiana, Fonseca reivindicó la independencia judicial de su país para explicar por qué no pensaba emitir opinión sobre el caso Saab. Y lo hizo basado en un principio legal que enseñó en sus tiempos de profesor universitario de derecho.
“Los actos de arresto o detención y liberación -indicó- son actos materialmente jurisdiccionales. Esto significa, en un sistema como el nuestro, que solo un juez puede arrestar o poner en libertad, porque es el único con facultades jurisdiccionales para retirar o devolver la libertad”.
Propagandistas del régimen de Maduro han calificado a Fonseca en Twitter como “Pilatos” por sus declaraciones acerca del expediente judicial de Saab. Pero más bien el presidente sabe por principios que no tenía forma de intervenir, porque de hacerlo le valdría dejarse “crucificar” por la opinión pública. “Puede haber países donde eso sea posible, pero no en Cabo Verde”, expresó.
Lo cierto es que la firmeza de la justicia en Cabo verde, el pequeño archipiélago frente a la costa de África occidental que no se rindió a los pies de un “diplomático” de dudosas credenciales, y la determinación de Estados Unidos, que se ha negado a anular la orden de fugitivo contra quien violó su sistema financiero, siempre dejaron suponer que la extradición del testaferro de Maduro era inminente.
La situación acosa ahora más que nunca a los jerarcas del chavismo -tan nerviosos como su amigo ruso Vladimir Putin, que presiona por sus baúles de oro- y los persigue el temor de que los traicione el encargado de lavar el dinero sucio de la corrupción y el narcotráfico, campo en el que la especialización del régimen venezolano permite esa conjetura.
Saab, que tiene una celda esperándolo en Estados Unidos, ha advertido que se negará a colaborar con ese país. No conviene descartar sin embargo la hipótesis de que el colombiano de 49 años de edad, que quiere rescatar a su familia en Moscú, se olvide pronto del juramento chavista de lealtad. Al testaferro encargado del turbio asunto de los negocios sucios también lo espera la representante de Estados Unidos en el caso, la aguerrida fiscal del Cartel de los soles Ariana Fajardo Orshan.
En la práctica, la decisión del Tribunal Constitucional de Cabo Verde da vía libre a la extradición del barranquillero. Pero en este drama al mejor estilo de Hollywood, de acciones y situaciones tensas y pasiones conflictivas, no se descarta aún sorpresa o imprevisto. Al fallo siguió la orden de reforzar las medidas de seguridad en torno al detenido. Y esto no hace más que indicar que no se han disipado las sospechas de que el régimen de Maduro y sus aliados de la conexión Turquía-Rusia-Irán traman la fuga del testaferro. Son cómplices en el saqueo del oro venezolano y la burla de las sanciones estadounidenses.
Pero se sabe no obstante que Washington ha tomado previsiones, como cuando envió el año pasado en misión secreta a las proximidades de las costas caboverdianas el buque de guerra USS San Jacinto, que puede entrar en combate de superficie, aéreo y antisubmarino. Es la batalla por Alex Saab.