Vale la pena hacer balance de lo sucedido en Cuba en los meses precedentes. Año tras año, y ya vamos por el 63 aniversario, dije que estábamos cerca del final. Lo creía, pero no era cierto. Pensé que a Fidel le interesaba el destino del pueblo cubano y no sólo hacer su voluntad. Sebastián Arcos, desde Florida International University, en declaraciones para BBC, opinó lo contrario. Tenía razón. Fidel estaba dispuesto, como durante la Crisis de los Misiles, a que todos murieran, con tal de no dar su brazo a torcer. Yo pensaba que la realidad lo forzaría a rectificar. En noviembre de 1989 desapareció el comunismo, y en diciembre 25 de 1991 la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hizo mutis por la historia y parecía que la dictadura cubana se quedaba íngrima y sola.
Fue la época de las limosnas y de las conspiraciones. Salinas de Gortari le echó una mano política junto a Carlos Andrés Pérez y César Gaviria. Eso ocurrió en Islas Mujeres, en el México caribeño, y me lo contaron Salinas de Gortari y Beatrice Rangel, entonces ministra de CAP. Felipe González le diseñó una reforma y envió secretamente a Carlos Solchaga, su economista de confianza, a ejecutarla. El departamento de conspiraciones quedó a cargo del Foro de Sao Paulo y Lula da Silva invitó hasta al ingeniero Marcelo Odebrecht, personaje mayor de la corrupción. (En Internet hay una foto del Foro de Sao Paulo en la que están Raúl Castro, Odebrecht, Ramiro Valdés y otros cómplices de la corrupción).
2021 fue la eclosión del Movimiento San Isidro y de su cabeza más visible, Luis Manuel Otero Alcántara. Es un grupo de jóvenes artistas, muy pobres, la mayor parte mestizos, como casi la totalidad del pueblo cubano, surgido en 2018 para luchar contra el decreto 349 que intentaba aherrojar aún más a los jóvenes artistas. Tania Brugueras enseguida se hizo eco de las protestas. Y los raperos se volcaron en contra del presidente Díaz-Canel agregándole un epíteto, “si…gao”, que hasta una cotorra repetía incesantemente sin saber que corría el riesgo de acabar como el gallo de Morón: sin plumas y cacareando.
Pero el golpe mayor a la dictadura cubana se lo propinaron en Las Vegas, Estados Unidos, el 18 de noviembre, pese a las presiones en contra de ese muy bien relacionado gobierno. Fue ahí, en las galas donde “Patria y vida” obtuvo dos Grammy latinos (no uno, sino dos: el premio a la Mejor Canción Urbana y a la Mejor Canción del Año). Lo cantan y lo han compuesto Yotuel Romero, Descemer Bueno, Mykel Osorbo, El Funky y Gente de Zona. La canción se la escuché cantar a Yotuel, junto a Mario Vargas Llosa, durante una distinción especial que la Fundación Internacional por la Libertad le otorgaba a los creadores de lo que han llamado “el segundo himno de Cuba”.
¿Qué ha sucedido en Cuba para que el descalabro sea mayúsculo e irreversible? 1.300 presos políticos, casi todos jóvenes, por pedir la libertad de Cuba en las manifestaciones del 11 de julio. Una inflación para el año que termina de 740%, reporta el Diario de Cuba, citando los estudios por países de The Economist. Esa es una cifra obscena que refleja la incompetencia de la cúpula que dirige a ese pobre país. No hay dinero ni nada que comprar en Cuba. Ha disminuido en 44% la producción de la carne de cerdo, informa el diario digital 14yMedio y verifica la denuncia Pedro Monreal, un economista “de ellos”. No en balde Cubanet titula una de sus crónicas: “Refrigeradores vacíos y sueños rotos, así se pasó Nochebuena en Cuba”. Esto viene, muy bien seleccionado, en el “paquete” diario que confecciona Miguel García Delgado, exoficial del Segundo Frente Nacional del Escambray.
Reinaldo Escobar, un periodista independiente, experto en marxismo, teme que Díaz-Canel quiera revivir el marxismo-leninismo para escapar de la crisis. Pero solo hay una manera de huir de ese desbarajuste: repetir, más o menos, lo que dijo Gorbachov el 25 de diciembre de 1991, hace 30 años. El marxismo conduce al fracaso y a la dictadura. No queda otro remedio que cancelarlo totalmente.
Esto lo sabía Marx desde 1870, cuando William Jevons, un joven catedrático británico, publicó sus conclusiones “marginalistas” sobre la teoría del valor (luego reiterada, independientemente, por el austriaco Carl Menger y por el francés León Walras). Por eso Marx no publicó los tomos 2 y 3 de Das Capital. Era inútil. Si su teoría del valor era falsa, como en su momento demostró el economista austriaco Eugene von Böhm-Bawrek, también lo era la plusvalía y se derrumbaba toda su hipótesis. Así de simple.