En la era del ruido constante, el silencio se ha vuelto un bien escaso. La ciencia revela que este puede ser esencial para nuestra salud mental. Estudios científicos demuestran que el silencio no es simplemente la ausencia de sonido, sino un estímulo sensorial que influye positivamente en diversos procesos cognitivos y emocionales.
La ciencia del silencio
Distintos estudios que se han realizado en los últimos años han mostrado que el silencio puede tener un efecto notablemente beneficioso para la salud de nuestro cerebro. La exposición regular al silencio ha demostrado que ayuda a revitalizar el cerebro al promover la neurogénesis, que es la producción de nuevas células cerebrales. Estas células nacen en una región del cerebro llamada hipocampo, que juega un papel fundamental en el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo y las emociones.
El silencio contra el estrés
El ruido es uno de los estresantes ambientales más comunes. Actualmente, estamos rodeados por sonidos de todo tipo: tráfico, conversaciones, medios de comunicación, y más. Este nivel constante de ruido nos mantiene en un estado de alarma sutil pero constante, elevando nuestra presión arterial y liberando hormonas de estrés como el cortisol. El silencio, por otro lado, puede ayudarnos a disminuir estos niveles de estrés.
Medir el impacto del ruido
Un estudio realizado en 2002 por la Organización Mundial de la Salud descubrió que el ruido constante puede tener una variedad de impactos negativos en la salud humana, que incluyen: molestia e inconvenientes, perturbaciones del sueño, disfunción cognitiva, alteraciones del sistema cardiovascular, y problemas de salud mental. Los niveles de ruido superiores a 30 decibelios en el dormitorio pueden perturbar el sueño, mientras que los niveles superiores a 35 decibelios en la escuela pueden afectar negativamente el aprendizaje.
Con información de Mentes abiertas
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