Beltrán Haddad
Hace 73 años se estableció el Estado de Israel, pero hoy, lo que debía ser una fecha de celebración sin dañar a otro, es la catástrofe del pueblo palestino, convirtiéndose la Franja de Gaza en un campo de exterminio, tras los bombardeos y acciones bélicas que esta semana ejecutó sobre ella, y aún continúan ejecutando, la aviación y todo el poder militar israelí, como buscando la perversa “solución final”, tan parecida a lo que una vez implantaron los jerarcas nazis contra el pueblo judío. De manera que poco a poco el gobierno guerrerista de Israel le va quitando la existencia a Palestina bajo un proyecto de colonialismo a base de muerte, detenciones, expulsiones, expropiaciones de viviendas palestinas y construcción ilegal de casas para los colonos del sionismo, no del pueblo judío.
Con las noticias del día a día, Gaza es el nuevo campo de concentración de la muerte, “el nuevo Auschwitz”, donde los civiles son condenados a morir por un Gobierno guerrerista, de ocupación, que bombardea a Gaza y mueren niños. Es la escalada de la muerte de un Estado terrorista con sus operaciones militares sistemáticamente preparadas para matar, invocando con las armas la teoría del espacio vital.
Esa escalada de violencia del sionismo contra Gaza, Cisjordania y Jerusalén califica, según el estatuto de Roma, de barbarie genocida para exterminar totalmente a un pueblo, con la excusa de perseguir a los militantes de Hamas, pero mueren niños y el mundo de los poderosos no dirige la mirada hacia esa tragedia. Sólo guarda silencio. ¿Cuántos niños estarían con vida si los responsables de la política mundial hubiesen salido a parar la acción genocida del gobierno de Israel? ¿Dónde están los defensores de los derechos de los niños? Seguramente se ocultan detrás de esa fachada hipócrita de la diplomacia que permite a un Estado guerrerista, no sólo violar el derecho internacional, sino a ejecutar la ley del más fuerte, la “ley del plomo impune”, que no es otra cosa que la usurpación territorial sin importarles en lo más mínimo el derecho a la vida de esos pequeños inocentes. Muchos niños, en cantidades sorprendentes, han muerto en esa permanente y criminal agresión del sionismo contra el pueblo palestino. Ellos no son terroristas, ni los hostis, ni tampoco el objetivo de un derecho penal del enemigo. Son niños de la tierra Palestina.