Beltrán Haddad
La guerra prolongada que vive Colombia a la fecha de hoy tiene la especial connotación de servir de fórmula a su oligarquía en el ejercicio del poder, sin dejar de coexistir con la política y el derecho. La guerra viene convertida en un fin en sí misma -tal como se ha dicho-, muy distinto a lo expresado por Carl von Clausewitz, y eso significa comprender con toda certeza cómo la guerra ha controlado la política dentro de un esquema de conflicto armado que ha logrado, con el tiempo, institucionalizar una democracia con su orden político, jurídico y social en medio de un clima de violencia sin fin, o sea: todo se da entre la guerra y la política, entre la guerra y el derecho, entre la guerra y lo demás. Algo que sorprende por la situación de anormalidad en la que sobreviven una democracia formal, la Constitución y esa realidad social hundida en la lucha armada y cercada por el narcotráfico, los paramilitares, el secuestro, el contrabando y otras formas del crimen organizado.
Pero ahora, más allá de esa guerra prolongada, que no ha podido evitarse, Colombia se estremece con las actuales manifestaciones y protestas en calles y redes sociales contra el Gobierno de Iván Duque y su política antinacional y represiva. Son los movimientos sociales que participan en ciudades colombianas, ya sea Bogotá, Cali, Medellín, Pereira, Santa Marta, o en cualquier otra. Se trata de interpretar la figura protagónica que asume la democracia en la calle, es decir, los obreros, oficinistas, estudiantes, profesionales, campesinos, ecologistas y luchadores sociales representándose a sí mismos, como sociedad, para decir sus verdades, contra leyes antipopulares, por servicios públicos, por los derechos humanos y especialmente por la vida.
En la protesta social que toma las calles un twitter denuncia el rigor de la represión: “Es un horror, como todos los asesinatos, los ocurridos esta noche en Pereira. Pero lo que reportan en el viaducto es aún más grave porque confirma que hay escuadrones de la muerte listos para matar manifestantes …” El Gobierno de Duque reprime con brutal violencia causando la muerte, llama terroristas a los manifestantes y criminaliza las protestas. El pueblo colombiano no se rinde y las protestas se extienden. En fin, el Gobierno actúa teniendo como objetivo militar a los movimientos sociales, pero éstos llevan las riendas del poder popular. ¡Colombia se estremece!