Barra Plural 1064: Supremamente coherentes

Así son en algunas cosas, las personas que dirigen desde el Palacio de Miraflores en Caracas, con el invaluable auxilio de la Asamblea Nacional que bien le sirve y los señores que integran el Poder Judicial, los destinos venezolanos.

Desde hace muchos años, se ha desarrollado en el país una práctica tendente a ahogar a la educación pública. Obsérvese que omito, adrede, la expresión de calidad, solo la educación pública.

Por una parte han disminuido sustancialmente el nivel de exigencia a los educandos y por la otra, han fijado a sus maestros niveles de salario infrahumanos coherentes con su objetivo central, generar dependencia de todo tipo hacia el poder.

Es anécdota conocida al interior de nuestras fronteras que importantes funcionarios del proceso político venezolano, desde hace muchos años atrás, señalaron que su interés no era que la gente saliera de la pobreza –económica y mental- sino que, por el contrario, se mantuvieran en esa condición pues ello redundaría en la permanencia de los gobernantes en sus posiciones, al hacerlos dependientes de lo que desde el alto gobierno se acordare.

En atención a ello, el nivel de formación y evaluación de los programas educativos es cada vez menos exigentes y los profesores que los imparten, también, lamentablemente, menos preparados.

Adicionalmente a esa situación, desde el ejecutivo y hasta el ámbito municipal, los salarios que los docentes reciben son absolutamente desmotivadores del ejercicio de la profesión originando la diáspora que en ese ámbito, como en otras muchas de las áreas del país se observa.

Quienes gobiernan, para “enfrentar” la debacle que ellos mismos han creado, legislan para permitir que estudiantes sin preparación ninguna, suplan las vacantes docentes a sabiendas que quienes habrán de cumplir el cometido, carecen de las herramientas personales para ello, gracias, repito, al diseño de una política pública que ese objetivo tenía.

El problema en Venezuela no es de salario, tampoco de inflación.

El problema es que en el actúan unos gobernantes dispuestos a hacer lo necesario para destruir el país, sus personas e instituciones a la vista de todos mientras ellos y sus allegados disfrutan las mieles del poder y dejan que algunas migajas de lo que reciben, caigan a sus pies para que otros las recojan.

Cambiar las cosas internamente debería ser tarea de todos los que queremos un país mejor y ello requiere, nadie lo dude, algunas condiciones.

La primera de ellas es unidad de propósito. La misma se manifiesta a través de acuerdos indispensables para enfrentar a quien a esta situación nos ha conducido.

Ello implica, nadie lo dude, capacidad de desprendimiento por parte de quienes dicen liderar la opción de cambio. No es momento de estrellas individuales que quizás muchos goles meten pero no ganan campeonato. Es tiempo de equipo, de organización.

Es momento de analizar con serenidad suiza la situación a la cual nos han conducido quienes gobiernan con los “aciertos” que nos tienen en la posición en la que nos encontramos y los que les adversan con su incapacidad para acordarse por posiciones personales o partidarias.

Lo que está ocurriendo con el sistema educativo a todo nivel y el hecho de que, con el mayor desparpajo se nos informe que nuestros muchachos serán preparados por quienes nada saben de física, química o matemática y que solo conocen la historia que les ha sido mal contada estos 24 tristes años de país, a todos debería preocuparnos y sobre todo ocuparnos pues es menester cambiarlas.

Venezuela merece un mejor destino que el que se está diseñando ante nosotros y en ello, todos los que bien la queremos, mucha responsabilidad tenemos.

Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural

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