Aurora Lacueva: Ministros fugaces

Menos de cuatro meses duró Eduardo Piñate en el Ministerio de Educación. Sale para participar como candidato “de emergencia” del PSUV a la gobernación de Apure, luego de que en las primarias de ese partido fuera derrotado el actual gobernador de la entidad. Entendemos que las autoridades del PSUV busquen solución a las situaciones internas que se les presenten, pero preocupa que para ello descabecen al MPPE estando muy cercano el inicio de un nuevo año escolar, en medio de una pandemia. Hubiera sido preferible que buscaran otra opción para Apure.

En general, conviene que los altos funcionarios y funcionarias sean seleccionados con cuidado y permanezcan un tiempo al menos razonable en sus cargos, para que puedan así desarrollar una labor útil. Eso vale para cualquier país, y más entre nosotros pues, como se ha señalado, es común que el cambio de la máxima autoridad en un ministerio o un instituto signifique la paralización de muchas decisiones y procesos, incluso rutinarios, hasta que el nuevo designado se empapa de sus responsabilidades. Además, la tendencia –aun siendo parte de un mismo gobierno- es a cancelar iniciativas de jefes anteriores y a empezar de cero en muchas áreas. Es un tipo de administración personalista en extremo, que hace muy costosa la rápida rotación en los cargos de mayores responsabilidades.

Por otra parte, tanto Piñate como Santaella tienen estudios en el área educativa, pero no se han dedicado de lleno a ella en sus carreras. Más allá de los méritos que ambos puedan tener, se justifica considerar preferible el nombramiento en el Ministerio de Educación de alguien que se haya concentrado en pensar y laborar dentro de esa área. Extraña que no pueda encontrarse en el PSUV y su entorno una persona con ese perfil, capaz de ocupar el cargo e interesada en hacerlo. Ese Ministerio es un reto hermoso pero difícil, mucho más ahora, por la crisis que nos agobia y el azote de la Covid-19. Se requiere para dirigirlo tener buen conocimiento de la situación de docentes, escuelas y familias y, más allá de ello, poseer un enfoque bien madurado acerca del papel de la educación en el futuro de un país como Venezuela, y una visión seria de los rasgos deseables en la construcción de una educación –ojalá- liberadora. No es cosa de pupitres y caletres.

@AuroraLacueva

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