¿Por qué la democracia en la escuela no se ha consolidado? Ha habido iniciativas aquí y allá pero no se multiplican o, peor aún, se desvanecen al pasar algunos años. Un día las y los pre-escolares toman decisiones sobre sus actividades y áreas de trabajo, y poco después están de nuevo coloreando el mismo dibujo policopado que les reparten. Durante un tiempo hay planteles públicos donde las y los discentes eligen sus voceros o delegados, y en corto lapso todo ha vuelto a los pupitres en fila y las órdenes…
Gracias a Twitter conocí a Dolores Bulit, autora y editora en Alter Edu, sitio de noticias sobre alternativas educativas de Argentina y América Latina. Recientemente, nos comunicamos acerca de la participación estudiantil y yo comenté sobre la experiencia venezolana de las “repúblicas escolares” de mediados del siglo XX. Ella entonces me preguntó: “¿por qué crees que la democracia escolar no perdura a lo largo del tiempo como mirada pedagógica?”
La respuesta no es sencilla. En primer lugar, debemos reconocer con satisfacción que sí se han logrado avances democratizadores. Por ejemplo, hoy los castigos físicos o humillantes están prohibidos por ley. Y se considera normal que los niños, niñas y adolescentes (NNA) expresen opiniones o tomen ciertas decisiones. No es trivial que sean sujetos de derecho y legalmente gocen de autonomía progresiva de acuerdo a su edad y madurez. Sin embargo, es cierto que la mayoría de las escuelas no son cabalmente democráticas o lo son de modo efímero.
Pero es que no puede ser democrática la escuela de una sociedad con rasgos importantes de autoritarismo, inequidad y abuso de poder. Si NNA participan, y también los docentes y los padres lo hacen, se pierde “control social” desde la cúpula del Gobierno. Por eso, se puede “participar” pero solo en organizaciones estudiantiles o de familia que sean afectas al partido de quienes mandan. No es para todas y todos.
Por otra parte, gestionar una escuela democrática implica docentes bien preparados y remunerados, dispuestos a asumir un trabajo de mayor exigencia. Si la sociedad no está interesada o no es capaz de esta inversión debe recurrir a modelos de gestión escolar más sencillos y dirigistas. También, grupos-clase numerosos y frecuente rotación de maestros dificultan el tránsito hacia el cogobierno escolar.
@AuroraLacueva