“En la administración pública no debe haber más porteros que puertas”, dicen analistas de la economía nacional. Añaden que para abatir la hiperinflación se hizo necesario recortar el gasto del Estado, y evitar pagar sueldos con dinero sin respaldo. En verdad, se impone reducir el tamaño de una burocracia clientelar y poco productiva. Pero tratando de promover paralelamente el crecimiento de diversos sectores de la economía, a donde puedan migrar quienes poco aportan desde el área pública. El diálogo político debería ocuparse con urgencia de tan prioritario tema.
Por otra parte, los funcionarios realmente necesarios no han de caer en ese saco, so pena de debilitar peligrosamente funciones clave que solo al Estado le cabe cumplir. Así, los docentes no pueden estar entre el montón de empleados públicos cuyo número debe ser recortado. Es posible que su nómina requiera ser revisada para evitar pagos injustificados.
Pero con una abundante población infantil y juvenil, difícilmente sobren maestras y maestros. Necesitamos que todos los niños, niñas y adolescentes asistan a la escuela y obtengan la educación que se merecen: recibiendo atención adecuada en grupos de tamaño razonable y gracias a docentes no sobrecargados de trabajo. Grupos de 25 estudiantes en primaria y media y mucho más pequeños en educación inicial. Requerimos también de educadores que cumplan funciones de apoyo, como psicopedagogos y otros especialistas: quienes laboran en las aulas no pueden estar solos ni ocuparse de todas las necesidades. Ahora es cuando nos hacen falta docentes en la educación pública, para una educación gratuita, sustanciosa y efectiva.
En buena medida, nuestro futuro se juega en esos salones de clase. Allí debe estar toda la población infantil y juvenil, aprendiendo a gusto con maestras y maestros bien remunerados y que laboren en buenas condiciones. Nadie puede mirar con indiferencia que quienes se prepararon para enseñar ahora se “reinventen” cosiendo morrales, haciendo delivery o, peor, migrando a otros países. El tiempo está pasando, y la pandemia vino a empeorar una situación de suyo difícil. Hacen falta acuerdos políticos, cuando menos parciales y transitorios, que frenen el deterioro de la profesión docente. Los aumentos salariales alcanzados todavía no lo logran.
@AuroraLacueva