“Nos dejaron solos”, vociferó sin lloriqueo el valeroso presidente. Desilusionado por el engaño, sin rendirse ni claudicar, su actuación de estadista da una lección a los líderes políticos. Y a quienes observan a Ucrania como un pequeño atacado de insignificantes intereses geopolíticos, deben reconsiderar. A Rusia no le interesa proteger, sino control, posesión, y no una apacible salida al mar Negro.
@ArmandoMartini / El Nacional
El poderío ruso encuentra una muralla con el coraje demostrado. Los enfrentamientos continúan, y si no culminan pronto se van a complicar. Aunque Estados Unidos y la Unión Europea no han enviado soldados, ni lo harán; han sido claros al dejar el peso de la defensa a los ciudadanos ucranianos.
Una verdad dependiendo de cómo se mire el asunto. No están tan solos, varios países, como ha sucedido en conflictos anteriores con relación e intereses internacionales, declaran amenazadores el plan de asistencia, colaboración y apoyo, a su modo característico: ambiguo, parsimonioso, confuso y diplomático.
Algunos no han tenido empacho en confesar que envían armamento, con retraso pero empiezan a llegar. No aviones ni barcos, pero lanzacohetes antitanques, misiles tierra-aire, ametralladoras, combustible y municiones para repartir entre civiles-militares dispuestos a defender su patria libre y soberana con decisión, furia e intenso patriotismo. Y los cascos -aunque no protejan- demasiado dan sentido y dignidad militar a los combatientes. Lo que no significa ventaja sobre la mega potencia, pero, al menos, mantiene los ojos puestos en Ucrania. Y si las milicias rusas, conscientes de su inmenso poderío, imaginaban una luna de miel, un paseo fácil, sin resistencia y triunfal; están descubriendo lo equivocado, la demostración de firmeza y entereza de un pueblo dispuesto a defender su libertad a costa incluso de sus vidas.
Dirigentes occidentales reconocen interés genuino en asegurar que Rusia paga el máximo precio por la invasión, y no disimulan sin pormenores ni detalles. Ucrania comienza a costarle más de lo pensado al imbuido en su poderío y ansias de reconocimiento.
Para sorpresa del mundo, Ucrania y los ucranianos empiezan a atragantársele, produciendo que naciones de Occidente imprecisas, entiendan lo necesario de preocuparse por los sueños y propósitos de Vladimir Putin; espía que vino del frío con sentido político e instinto, escalando hasta la cabeza de una de las más importantes potencias del mundo.
Que tampoco está solo, tiene amigos que lo apoyan en lo conceptual pero irrelevantes en el juego mundial. Cubanos que aparte de ruina y hambre, no tiene peso. Muerto Fidel, anciano y enfermo Raúl, lentos, confianzudos pero obedientes los curtidos veteranos castro-comunistas con signos evidentes de cansancio y alzheimer, conjuntamente con el nada lúcido Díaz-Canel, producto de la disciplina, subordinación y dependencia, no de talento ni probidad.
Camaradas como el nicaragüense, en quien nadie cree, tirano nauseabundo y repugnante al viejo estilo, o el venezolano apresurado en solidarizarse con la Rusia de la gloria propagandística cuyos soldadescos vienen a Venezuela para disfrutar del calor tropical y sentirse importantes.
China no es amiga, es compañera de ruta, que es distinto. Acaudalada y poderosa, con un ejército inmenso, está empeñado en el desarrollo de su propia tecnología, envió tropas al Tibet y pretende Taiwán, pero no mandará socorro a Ucrania.
El heredero de poderes otomanos, islámico modernizado, a caballo entre la Europa con cuyos trajes viste y Asia de la cual heredó historia. El mismo aliado por conveniencia que hace años hizo lo que ahora se prohíbe a Ucrania, abrazarse e integrarse con la Unión Europea. El islamista de flux y corbata, duro, tirano político con potente y moderno ejército a sus órdenes.
Ucrania se niega a capitular, no está sola, resultando un forúnculo purulento y mal oliente en el trasero de Rusia, que le recuerda su poderío nuclear, angustiado porque su enorme despliegue de guerra no termina de aplastar. Sin embargo, da un paso para el regreso a la paz, cuando se muestra dispuesta a conversar sin doblar la rodilla ni entregar principios, demostrando que lo brutal ha destruido pero no vencido.
Finalmente el mundo ha visto crecerse a un presidente que subestimaron. Volodimir Zelensky es un héroe de la resistencia que demanda ingreso de Ucrania en la OTAN.