La preocupante inflación en Argentina se aceleró en febrero pasado, superando por primera vez en 31 años una tasa interanual de tres dígitos y complicando cada vez más el objetivo de desacelerar este año el trepidante ritmo de los precios al consumidor.
Según informó este martes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), los precios al consumidor experimentaron en febrero una subida interanual de 102,5%, 3,7 puntos porcentuales más que en enero.
Esta tasa interanual no solo rompe la barrera de los tres dígitos, sino que es la más alta desde septiembre de 1991 (115%), cuando Argentina intentaba dejar atrás la hiperinflación de 1989-1990.
Asimismo, en el segundo mes del año los precios al consumidor crecieron 6,6% en comparación con enero pasado, evidenciando una aceleración respecto a la tasa de 6% del mes anterior.
Entre las subidas registradas en febrero se destacó el alza mensual de 9,8% en alimentos y bebidas, un dato preocupante por su impacto en el costo de la cesta básica de alimentos, indicador clave para medir la indigencia.
La escalada en los valores de los alimentos se dio a pesar del nuevo acuerdo de precios de productos de consumo masivo lanzado por el gobierno a inicios de febrero.
De acuerdo con el informe oficial, Argentina acumuló en el primer bimestre del año una inflación de 13,1%, bastante por encima de 8,8% de igual período de 2022.
Complicado objetivo
El comportamiento de los precios en el primer bimestre pone en duda las reales posibilidades de desacelerar este año la inflación a 60%, desde 94,8% de 2022, tal como lo ha planteado el gobierno entre sus objetivos de estabilización macroeconómica.
«La meta del gobierno de una inflación alrededor de 60% interanual para diciembre luce cada vez más inasequible». Así lo sostuvo en un informe la consultora Ecolatina. Considera que la inercia inflacionaria luce «difícil de desarmar en el corto plazo».
Y esto por una serie de factores operando a favor de esa inercia, entre ellos el impacto de la seria sequía que padece Argentina sobre el precio de algunos alimentos, los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos y la dinámica de las recomposiciones salariales en un año de elecciones presidenciales, en las que la economía tendrá un peso clave en la decisión de los votantes.
También alimentan las presiones inflacionarias las restricciones a las importaciones, las cotizaciones al alza de los tipos de cambio que conviven en Argentina y los desequilibrios que arrastran las cuentas públicas y el Banco Central por financiar al Tesoro.
Inflación reprimida
Según Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, los precios al consumidor en Argentina crecerán este año 110%, con «un componente muy importante de inflación reprimida».
«En los últimos tres años se han acumulado atrasos en las tarifas de electricidad, gas y agua, en el transporte, la salud y otros rubros con precios regulados», explicó Marí a Efe.
A esto se suman el desequilibrio cambiario y el monetario, que según el experto «hacen imprescindible que si se pretende empezar a bajar la inflación se avance como mínimo hacia el equilibrio fiscal consolidado y se dé independencia real al Banco Central».
Con información de EFE
Síguenos en Telegram, Instagram y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones