Para que tengamos una idea aproximada de lo que representa la utilización del hormigón y su inseparable aliado, el cemento, entre coloco en esta narrativa la espectacular obra del puente General Rafael Urdaneta, un regio viaducto de 8.678 metros de longitud, también conocido como el Puente sobre el Lago, estructura que ha sido motivo de inspiración para poetas y gaiteros zulianos. Ese puente fue edificado en la administración del presidente Rómulo Betancourt, siendo puesto en servicio el 24 de agosto de 1962, llegando a ser catalogado como el puente más largo del mundo en su tipo y una de las mas colosales estructuras de hormigón armado construidas.
Los diseñadores se pasearon por varias alternativas a la hora de concebir y construir el puente, una de ellas usar el acero, pero ese tipo de armazones exigen un mantenimiento riguroso, teniendo la característica del clima húmedo de la zona, fue así como surgió la contrapuesta de utilizar el cemento, un material mas económico y que además daría pie a garantizar las exigencias estéticas de la obra.
Cuando se desarrolló el proceso de licitación logró ventaja el Consorcio Precomprimidos y Julio Berger A.G, el profesional encargado del diseño fue el ingeniero venezolano Paul Lustgarten y la coordinación se dejó a cargo del ingeniero italiano Ricardo Morandi. La ubicación comprende entre la parte sur del Estrecho de Maracaibo, que conecta la costa oriental del Lago Maracaibo con la occidental.
Fue así como desde entonces se muestra señorial, con sus pedestales anclados a una profundidad de 60 metros sobre el Lago de Maracaibo, constantemente iluminado por la maravilla del relámpago del Catatumbo, ese puente atirantado fruto de la mezcla del hormigón armado y el concreto. Esa obra acarreó un desembolso al estado venezolano de 97 millones de dólares americanos.
Para poder construirlo se requirieron los siguientes materiales: 3.000.000 sacos de cemento de 46 kilogramos, 20.000 toneladas de cabillas, acero corriente y especial, 67.483 metros lineales de pilotes de perforación redondos, con un diámetro exterior de 1.35 metros y una capacidad portante de más de 675 toneladas, 25.668 metros lineales de pilotes de hinca redondos, con un diámetro exterior de 91.4 centímetros y una capacidad portante de menos de 675 toneladas, 6.338 metros lineales de pilotes de hinca cuadrados, de 50 x 50 centímetros, macizos y de una capacidad portante de 75 toneladas.
En la etapa de mayor actividad se emplearon 2.630 trabajadores. El 30% de los técnicos que trabajaron en las obras fueron venezolanos. Para las pilas centrales, se utilizaron 10 grúas torres, cuatro de las cuales alcanzaban alturas de 100 metros. Para los trabajos lacustres, se emplearon 13 remolcadores, 19 lanchas, 50 gabarras y una cantidad considerable de lanchas pequeñas con motores fuera de borda. Las excavaciones requeridas fueron de tal magnitud que con la tierra removida se hubiesen podido rellenar los túneles de la autopista Caracas-La Guaira.
Todos estos datos y muchas mas referencias sobran en Wikipedia y textos consultados, que nos permitirán sacar números para después realizar una simple ecuación matemática, y saber cuántas toneladas de carbono salieron de esos tres millones de sacos de cemento contentivo, cada uno, de 46Kg. Otros gases que seguramente se agregaron fueron los emitidos por los motores encendidos de las lanchas y gabarras.
Lo que pretendo con esas citas, que igual han podido estar referidas al puente sobre El Orinoco, o los miles de puentes levantados en medio de todas las carreteras de Venezuela para permitir el paso sobre ríos de los llanos o del oriente del país, es que la contaminación ambiental viene asechándonos desde hace muchas décadas. Que la contaminación ambiental y sus secuelas del cambio climático, los estragos de la deforestación, la manera irregular del uso de los suelos que terminan degradándolo, los atentados contra las cuencas hidrográficas que van disminuyendo las fuentes hídricas, los ataques a la biodiversidad y las nefastas consecuencias que se ponen de manifiesto en la extinción progresiva de especies que vienen siendo víctimas de tráfico ilegal.
En todos los ámbitos se habla de esa calamidad y hasta los escritores asumen una nueva narrativa a la hora de ventilar las causas y consecuencias del cambio climático. Ricardo Barontini y Pierre Schoentjes así lo comentan en un trabajo publicado en la Razón y Fe (Pág, 156), una revista de cultura fundada en 1901 con una óptica cristina. Para estos analistas “estos temas están empujando a los escritores a asumir nuevos retos narrativos, ya que la extinción de especies, la contaminación generalizada y la crisis climática son ahora realidades que deben integrarse en las historias. Desde el punto de vista literario, se plantea la cuestión de cómo la atención al medio ambiente puede cambiar la forma misma de la novela contemporánea, y cómo este cambio puede contribuir a la difusión de un nuevo imaginario de nuestra relación con el ecosistema global”.
Estos contenidos deben ser tratados y ventilados diariamente en las escuelas, en el seno de las familias y, de manera didáctica, a través de los medios de comunicación social. Decirle a la gente que su salud está en riesgo, que no se trata de conocimientos de uso exclusivo para especialistas o científicos que hablan con propiedad de los efectos del ozono troposférico y de esas partículas llamadas “polvo fino” que contaminan y terminan convirtiendo a los seres humanos en victimas de mortalidad prematura, o por lo menos de afecciones respiratorias o de alergias. Así traté de hacerlo en mis funciones de alcalde de la ciudad de Caracas a partir del año 1996, elaborando y editando una Cartilla Ecológica fruto del trabajo en conjunto de los mas acreditados especialistas en el tema ambiental. Esa cartilla fue puesta en las manos de los miles de educadores que atendían a miles de niños en los preescolares patrocinados por la institución a mi cargo. La idea consistió en que diariamente se le hablaba a los alumnos del abecedario y se aprovechaba de explicarle que con la letra “b” se escribe basura, con la “d” desecho y con la “r” reciclar. Fue un método sencillo pero practico y efectivo para involucrar a ese niño con la temática medioambiental. En mi artículo de la se