Maduro se la pasa bien, gozando, mientras anda burlándose de los venezolanos. Son frecuentes sus apariciones en las pantallas de TV protagonizando sonoras carcajadas, intercaladas con las recurrentes ofensas personales, tal como lo hizo, mientras presentaba, uno por uno, pintados en una imagen fotográfica, a los miembros de la delegación dialoguista que acudió a México el pasado 13 de agosto.
Siquiatras, sicólogos, antropólogos y sociólogos han analizado a este tipo de enfermos, concluyendo que esas manifestaciones patológicas son propias de los ignorantes y seres carentes de la más elemental educación. Es el recurso al que echan mano esos caudillos populacheros para tratar de sortear aprietos, en esos momentos en que están desarmados de argumentos valederos para salir a justificar sus tesis o proyectos.
Maduro siempre ha sido un acomplejado porque lo llaman chofer de autobuses o le recuerdan que fue espaldero de Hugo Chávez. Por eso su saña a la hora de humillar a sus colaboradores a los que trata cruelmente, pretendiendo ocultar su enanismo intelectual y su condición de ser carente de sabiduría. Esas características que definen a una persona como burlón y arrogante tienen su epicentro en el cerebro y por lo tanto aseguran, los especialistas, que son condiciones genéticas que no se corrigen con una simple cirugía.
Lo más grotesco es que Maduro extrapola esas burlas y actos portadores de desprecios hacia todos los venezolanos, que no dejamos de sentir indignación, cada vez que nos enteramos del currículum de los funcionarios que Maduro escoge para que lo secunden en su régimen usurpador. Así tenemos que mientras en la era de Juan Vicente Gómez, desfilaron por la cartera ministerial de Educación, hombres de la talla del historiador José Gil Fortoul, el célebre médico Felipe Guevara Rojas y el no menos destacado jurista Rubén González, Maduro designa a personas que no tienen las maselementales credenciales para desempeñar esa importante función. La razón es que Maduro se burla y desprecia a los venezolanos, por eso coloca a la señora Santaella que viene de cumplir una sombría gestión en la gobernación del estado Monagas. ¡Qué diferencia con ese pro hombre, maestro de maestros, Luis Beltrán Prieto Figueroa, que el presidente Rómulo Gallegos juramentara en 1948 para que rindiera una fecunda labor, llegando a ser coautor del primer proyecto de Ley de Educación en 1948, y de la Ley de Educación vigente, promulgada el 9 de julio de 1980!.
Gumersindo Torres fue un médico y político sobresaliente de nuestro país, al que el General Juan Vicente Gómez encomendara ser ministro de Fomento, y además asumió la responsabilidad de ser el promotor de leyes y reglamentos que limitasen la explotación de los recursos naturales en el país por parte de compañías extranjeras. Fue el hombre que destacó como figura estelar en el manejo de la naciente industria petrolera venezolana. Y en estos tiempos de los 40 años de democracia, la figura que fue seleccionada para que edificara a la empresa PDVSA, fue, nada más y nada menos, que al General Rafael Alfonso Ravard. ¡Válgame Dios, con lo que han hecho hoy de PDVSA! Maduro ha colocado en los más altos cargos de la industria petrolera nacional, a gente ignorante. Por eso quebraron a PDVSA, la tienen endeudada e incapacitada para producir el petróleo que alarmantemente se va quedando guardado en las entrañas de la tierra.
Para detener esas carcajadas con sus ecos de desprecio, hay que salir del bufón que los cubanos impusieron como usurpador en Venezuela. No hay de otra.