Andrés Eloy Blanco: por amor a la patria

Andrés Eloy Blanco apenas tenía 58 años de edad cuando murió trágicamente sobre una carretera mexicana, el 21 de mayo de 1955, 70 años atrás. A las cuatro y media de la madrugada iba de regreso a su hogar en Cuernavaca, junto a su esposa, Lilina Iturbe de Blanco, en el momento en que otro vehículo embistió al carro donde se trasladaban. Ella resultó gravemente herida y él no resistió el impacto.

Así sellaba el destino su milagroso paso por este mundo, desde un exilio doloroso aunque atenuado por la hermandad que halló entre los mexicanos, justo cuando volvía de un acto que celebraban en casa de Alberto Aranguren en honor a Luis Alberto Carnevali, su compañero y amigo, por el aniversario de su muerte.

“Alberto Carnevali, andino del Zulia y enemigo de la tristeza. En su risa, en su valor, cabía el héroe. Y hay que cultivarlos, hay que realizarlos para vaciar el mañana en las virtudes de nuestros pueblos”, fueron sus palabras durante aquel homenaje, las últimas que pronunció en el acto público antes del desenlace fatal.

Andrés Eloy era un poeta de carácter popular. Un bardo encendido que tenía una conexión mágica con la gente de a pie, lo que hacía que su lirismo fuera comprendido con emoción por cualquiera, sin que hicieran falta imposturas ni afectaciones.

El autor de «Píntame angelitos negros», «El limonero del señor», «Silencio» o «Las uvas del tiempo», fue un ocurrente mago de la palabra, que lo mismo obraba en sus versos que en ensayos o proclamas, como acostumbró a los miembros del hemiciclo parlamentario mientras fue diputado por el Partido Democrático Nacional a mediados de los años 40 del siglo pasado. En más de una ocasión respondió con gracia poética cualquier diatriba que se generara entre debate y debate.

Fue, además, adeco a rabiar, como no podía ser de otra manera en una época en que los jóvenes de la Generación del 28 hacían la revolución con profundo sentido de pertenencia al pueblo, al punto de erigir casi toda su obra literaria sobre los mínimos gestos de la cotidianidad, exegeta del amor a la patria.

El pueblo en el corazón

Nació En Cumaná, estado Sucre, el 6 de agosto de 1896.

Además de poeta fue abogado y político, presidente de la Asamblea Constituyente de 1947 y ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Rómulo Gallegos.

Libros: Entre 1923 y 1950 escribió «Poda», «Barco de piedra», «Giraluna» y «Beadeker 2000». En prosa publicó «La aeroplana clueca, Episodios» (1935); «Malvina recobrada» y «Liberación y siembra» (1937), además de teatro.

Escribió en Barco de piedra: “Madre, si me matan,/ ábreme la herida, ciérrame los ojos/ y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo,/ y esa pobre mano por la que me matan/ pónmela en la herida por la que me muero.”

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