I
Con bombos y platillos se reinauguró la infraestructura del Psiquiátrico El Peñón destinado a los pacientes con adicciones. Yo era el primer chicharrón de la cazuela de periodistas, porque en esa época el gobernador de Miranda, Enrique Mendoza, tenía una fijación con El Universal (de donde yo era reportera) y hasta me mandaba a buscar a mi casa para que fuera a sus pautas.
El hospital psiquiátrico era toda una institución, localizado en una de las zonas más tranquilas y bonitas del municipio Baruta del estado. Allí había hospitalización, consulta externa y un equipo médico de primera, además de instalaciones que pudieron ser la envidia de cualquier país del primer mundo. No lo vayan a ver ahora. Cuando paso por allí me da mucho dolor porque es refugio de maleantes y drogadictos, las historias de los pacientes regadas por el piso, se robaron las piezas de los baños, las camas están destartaladas.
Lo mismo ocurrió con el Psiquiátrico de Caracas. ¿Por qué los pacientes con enfermedades mentales no tienen derecho a ser hospitalizados? Aún estaba vivo el comandante galáctico cuando se eliminó la pernocta de este centro y quedaron desamparados muchos pacientes. Parece que el chavismo considera que solo las personas con altos recursos pueden tener este tipo de condición.
II
Lo anterior se reafirma con el asunto de los medicamentos. La ansiedad, los ataques de pánico, la depresión, la bipolaridad, la esquizofrenia y tantas otras enfermedades requieren tratamientos con fármacos que son, ni más ni menos, de vida o muerte. Sin embargo, fue de lo primero que comenzó a escasear durante estos más de 20 años de chavismo. Que no me vengan ahora a decir que la culpa es de la guerra económica porque esto comenzó mucho antes de las sanciones. Lo vivo recordando, las primeras se impusieron en 2017.
Cuando comenzaron a aparecer en las farmacias, los precios eran impagables para cualquier venezolano con salario mínimo, lo que reafirma la idea anterior. La salud mental en la Venezuela chavista es solo para los que manejan mucho dinero. Estos tienen hasta un presidente de un Parlamento que vela por su medicación, no digamos su diagnóstico.
Quizás la gente no se haya dado cuenta, pero muchos de esos pacientes que no consiguen fármacos, o los que tuvieron que salir de los hospitales porque no hay camas para ellos, deambulan en las calles como mendigos. Qué dolor saber que con un Estado que les asegure su tratamiento esto podría ser evitado. Pero el chavismo solo piensa en la Misión Negra Hipólita, para cortarles el pelo o bañarlos y tirarlos a la calle otra vez.
III
¡Ah, pero qué sorpresa! Resulta que la Alcaldía del Municipio Libertador del estado Aragua está solicitando psiquiatras y psicólogos para el “Plan municipal de atención a las víctimas de la guerra económica y la covid-19”. Pide consignar los resúmenes curriculares para optar por los cargos. No es un chiste, es real.
Menos mal que el canciller del régimen no se ha enterado de esto, porque entonces no se estaría preguntando de qué huye el boxeador Eldric Sella. Resulta que según este alcalde, que se debe sentir muy adelantado con respecto a sus colegas rojitos, considera necesario apoyo “psiquiátrico” para la gente que no tiene ni siquiera qué comer. Pero jamás admitirá que la razón de esta tragedia es el manejo desastroso que el régimen ha hecho de la economía del país; tiene el chip en la cabeza de que se trata de las sanciones, o así quiere hacérselo creer a los votantes (ya vienen las elecciones).
Es el mayor de los cinismos, una de las características más predominantes entre los chavistas. Su capacidad para mentir y tergiversar la verdad. ¿Qué pretende este mandatario regional? ¿Cómo cree que puede contener el dolor de una madre que no tiene cómo darle de comer a sus hijos? ¿O de una hija a la que se le murió el padre de covid porque no pudo conseguir oxígeno? ¿Es guerra económica?
No, sencillamente es la guerra, el exterminio que tienen años aplicando desde Miraflores hasta el último rincón de Venezuela. No debe haber ni un psiquiatra decente que quiera prestarse para semejante manipulación, ni porque esté muerto de hambre él mismo o se haya graduado en la Universidad Bolivariana.
Quítense la careta, nunca les ha importado la salud mental del venezolano. Por el contrario, cada día aprietan más las tuercas para presionar y presionar. Lo malo es que son muchos los que no aguantan, y la solución que encuentran es nefasta.