23 de noviembre de 2024 11:23 AM

Alicia Freilich: Estilo genocida del castrochavismo

Los métodos de extirpación poblacional funcionaron a la perfección bajo el mando de Mao Tse-tung, Stalin y Hitler. Al margen de guerras, millones de sus víctimas lo fueron por largas hambrunas que propiciaron inanición y desnutrición crónicas con pérdida de las defensas físicas y mentales.

El mecanismo soviético fue reforzado por el régimen nazi al suspender toda clase de ayuda institucional existente para sustituirla con caldos sin nutrientes y etiquetados como alimentos estatales destinados a reforzar las energías de los sectores minusválidos por genética, esos a su criterio gente inútil, desechable, prescindible. Registraron sus fallecimientos como resultados lógicos de muerte “natural”.

Mientras tanto los rojos del “Padrecito” afinaban todavía más su sistema de matanzas colectivas a través de purgas, fusilamientos directamente políticos, para limpiar su terreno absolutista. Se complementó con los inmensos campos de trabajos forzados que ejecutaban por desgaste y abandono a enfermos, debilitados, desnutridos niños, jóvenes y ancianos, pues los adultos fuertes forjaban la gigantesca masa de sus ejércitos que invadieron a Europa al final de la Segunda Guerra Mundial. Lo culminaron al detalle con los Gulags centrados en la tenebrosa Siberia. Muy a su manera, eliminaron grandes masas disfrazando sus crímenes tras la Cortina de Hierro. Ahora la Rusia neozarista de Vladimir Putin sigue la tradición un tanto disminuida del anterior KGB , se renueva y agudiza la costumbre del encubrimiento lentamente genocida mediante continuas  prisiones “preventivas” y modernos, tecnificados envenenamientos (su arma predilecta) a corta y larga distancia.

A su vez el nazismo encontró “La Solución Final” para acabar con sus odiados y estorbosos enemigos de raza en los campos de concentración con sus crematorios y ejecuciones continuas de judíos desde lugares apartados donde los cadáveres que todavía respiraban cavaron sus propias tumbas. Gracias a que el Fuhrer necesitaba confirmar el cumplimiento de sus órdenes ejecutivas y exigió filmar esos procedimientos, una vez rescatada esa documentación de imágenes por las fuerzas bélicas triunfantes del año 1945 se pudo consignar al Holocausto como prueba neta de la naturaleza genocida del Tercer Reich en los juicios en Nuremberg y el individual de Eichmann en Israel.

Tropicalizados los ejemplos fascistas anteriores desde 1959, año fundacional de la Revolución cubana, se inició el proceso con los fusilamientos iniciales de adversarios por los mandatos de Fidel Castro y el Che Guevara. Se continuó sacrificando a gran parte de dos generaciones obligadas a ser carne de cañón en Argelia, Angola, Etiopía, Congo, Siria, su forma de pagar el mantenimiento soviético. Quienes regresaron mentalmente lisiados se convirtieron en esclavos, muchos se alcoholizaron, sumisos por obediencia aprendida. A la caída del muro berlinés la isla padeció los rigores de hambre y pestes, entonces usó la capitalista compraventa de sus habitantes, origen de su proxenetismo, el chulismo improductivo revolucionario, que bajo falsos pretextos pretende victimizarse con la frase del repetido bloqueo gringo. Así transforman en mercancía de intercambio a sus profesionales de la medicina, muchos de ellos espías, lanzados a juro hacia el continente centro y suramericano como piezas monetarias porque sus ganancias en dólares van a los bolsillos de los jerarcas militares, banca uniformada dueña de los destinos de cada cubano.

El paracaidista Hugo Chávez Frías y sus adeptos imitaron el programa revolucionario, pero además entregándoles Venezuela a esos mercaderes de la eutanasia politiquera –su Constituyente– y nueva Constitución a diario violada, toda su riqueza minera, terrenos de antigua producción agrícola, pecuaria, industrial y comercial hoy estériles, hasta convertirla en neocolonia del imperio castrocomunista. Prisión, matanza, masacre, programadas hambrunas, carencia de servicios sanitarios, para fomentar mayor despoblamiento de los innecesarios, son algunas muestras diarias de ese molde lenta pero tenazmente genocida.

Cubazuela es hoy un campo de concentración dirigido por una mafia delictiva transnacional de guerrilleros, terroristas y narcotraficantes. Ex partidos políticos fracasados y divididos por sus secuestradores están listos para refrendar el modelo descrito, dentro de unos días, en los inminentes seudodiálogos mexicanos, esta vez con la colaboración abierta y voluntaria de los antes demócratas legitimados, como en la Nicaragua orteguista, por un empresariado local y mundial que perdió conciencia  social y ética para rechazar tamaña condena suicida.

Está por verse si con 6 millones menos de habitantes, hoy migrantes, aún queda población consciente y sana adentro y afuera que secunde a su legítimo y desmantelado gobierno interino, por azar representado en Juan Guaidó, para pedir, autorizar y  justificar una intervención militar humanitaria provisional que a la cabeza de un bidemocrático Estados Unidos (que  ya  tiene al populismo fascista infiltrado como trumpismo), ponga fin al genocidio de dos décadas, dirigido y activado por una casta militarista criminal y sus cómplices de toda laya. Al fin y al cabo esa élite delictiva se proyecta como riesgo para su propia  seguridad nacional. ¿O no es así?

El Nacional

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