Carlos Silva: Aliados en el crimen de guerra

La ofensiva colosal que Vladimir Putin lanzó el jueves 24 de febrero contra Ucrania ―con las características de un crimen de guerra― halló rápida solidaridad de sus aliados venezolanos, que más allá de los intereses ideológicos parece buscar a todo trance la defensa de negocios sucios como el narcotráfico.

El Nacional

El Kremlin tampoco ha podido desprenderse del temor de que Alex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro, enseñe la ruta de los dólares y el oro del robo permanente, y ayude a Estados Unidos a descifrar las claves de la conexión rusa de Putin y sus socios venezolanos en la burla de las sanciones impuestas al régimen chavista.

“Estados Unidos miente descaradamente, como con Rusia”, escribió Camilla Fabri en un tweet cuidadosamente redactado una semana antes del ataque de Putin contra Ucrania. Y no parece casual la mención de Rusia por la mujer de Saab ―bajo la tutela de Maduro― ante revelaciones judiciales de que su marido ha colaborado con la DEA, la agencia antidrogas norteamericana.

Con los mismos argumentos de su par venezolana, la Cancillería rusa ha apelado al “carácter humanitario de la misión” del empresario colombiano sin mencionar las actividades corruptas del operador financiero de Maduro, práctica común en el gobierno de Putin. El encarcelado opositor Alexéi Navalny ha dicho que sabe quiénes son los financistas y los testaferros del presidente ruso en la trama de corrupción en su país. Además, ha retratado la figura de un oscuro exagente de la KGB devenido en alguien capaz de todo “por sus baúles de oro”.

La ofensiva colosal que Vladimir Putin lanzó el jueves 24 de febrero contra Ucrania ―con las características de un crimen de guerra― halló rápida solidaridad de sus aliados venezolanos, que más allá de los intereses ideológicos parece buscar a todo trance la defensa de negocios sucios como el narcotráfico.

El Kremlin tampoco ha podido desprenderse del temor de que Alex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro, enseñe la ruta de los dólares y el oro del robo permanente, y ayude a Estados Unidos a descifrar las claves de la conexión rusa de Putin y sus socios venezolanos en la burla de las sanciones impuestas al régimen chavista.

“Estados Unidos miente descaradamente, como con Rusia”, escribió Camilla Fabri en un tweet cuidadosamente redactado una semana antes del ataque de Putin contra Ucrania. Y no parece casual la mención de Rusia por la mujer de Saab ―bajo la tutela de Maduro― ante revelaciones judiciales de que su marido ha colaborado con la DEA, la agencia antidrogas norteamericana.

Con los mismos argumentos de su par venezolana, la Cancillería rusa ha apelado al “carácter humanitario de la misión” del empresario colombiano sin mencionar las actividades corruptas del operador financiero de Maduro, práctica común en el gobierno de Putin. El encarcelado opositor Alexéi Navalny ha dicho que sabe quiénes son los financistas y los testaferros del presidente ruso en la trama de corrupción en su país. Además, ha retratado la figura de un oscuro exagente de la KGB devenido en alguien capaz de todo “por sus baúles de oro”.

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