Alí Rojas Olaya: Orlando Araujo y la burguesía revolucionaria

En 1828, Simón Rodríguez, en el pródromo a las Sociedades Americanas, nos conmina con esta máxima: “Nada importa tanto como el tener pueblo; formarlo debe ser la única ocupación de los que se apersonan por la causa social”. El mismo año, ante la guerra mediática, diplomática, fronteriza, financiera y económica orquestada por Estados Unidos a través de la oligarquía suramericana descargada contra Simón Bolívar, Rodríguez escribe El libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social. Agrega este subtítulo: “La causa del general Bolívar es la de los Pueblos Americanos, en ella se interesan los Jefes de las nuevas Repúblicas”.

El 14 de agosto de 1928, nació en Calderas, pueblo barinés del piedemonte andino, el intelectual popular Orlando Araujo. Escribió desde literatura para niños como Los viajes de Miguel Vicente Pata Caliente (1977) y cuentos como Compañero de viaje (1970) hasta poemarios como Glosas del piedemonte (1980) pasando por una obra ensayística fundamental: Lengua y creación en la obra de Rómulo Gallegos (1955), La palabra estéril (1968), Venezuela violenta (1968), Operación Puerto Rico sobre Venezuela (1969), Contrapunteo de la vida y de la muerte: ensayo sobre la poesía de Alberto Arvelo Torrealba (1974), Barinas son los ríos, el tabaco y el viento (1980) y Narrativa venezolana contemporánea (publicado post mortem en 1988).

En Venezuela violenta, Araujo nos explica que: “Los rasgos diferenciadores que separan a la burguesía productora de la burguesía estéril aún no han alcanzado una acentuación convincente y, por el contrario, abundan algunos rasgos que tornan ambiguos los límites: cierta propensión trepadora, cierta debilidad oportunista, cierto complejo de inferioridad ante el gran capital y una tendencia a rehuir la postura nacionalista y sus riesgos una vez que esa postura ha rendido sus frutos concretos en la protección aduanera, el crédito obtenido o la exoneración concedida”. Para este cimarrón sentipensante, “sería idealista esperar que esta burguesía adopte gestos heroicos que pongan en peligro sus intereses todavía precarios; al contrario, los empresarios medios de la ciudad y del campo conducen sus asuntos con sagacidad, previsión y prudencia: carecen de fortunas sólidas y no pueden permitirse el lujo del fracaso”.

El 15 de septiembre de 1987, parte desde Caracas a la inmortalidad este hombre de pueblo que siempre se apersonó por la causa social.

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