22 de noviembre de 2024 7:36 AM

Alí Rojas Olaya: El agradecimiento

“Por demasiado tiempo, el concepto del agradecimiento se ha ignorado”, pareciera ser “el factor olvidado en la ciencia del bienestar”. Estas palabras del psicólogo Robert A Emmons, profesor de la Universidad de California, le permitió comparar a la “gente agradecida” con aquella que no lo es tanto, en un trabajo que desarrolló junto a su colega Michael E McCullough.

El 19 de enero de 1824, Bolívar, al enterarse de que Simón Rodríguez se encuentra en Bogotá, la capital de nuestro país, le escribe desde Pativilca una carta de agradecimiento plena de añoranzas: “¿se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria?” En esta carta Bolívar lega a la humanidad el plano cartesiano de la pedagogía: “usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso”, y confiesa: “yo he seguido el sendero que usted me señaló”. El Libertador recuerda la formación política que recibió entre 1804 y 1805: “usted fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa”. Vuelve a confesar: “no puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado. Siempre presentes a mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, usted ha visto mi conducta; usted ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel”.

Sobre Colombia como parte de su proyecto nuestroamericano y en un sentido ambientalista, le dice: “amigo de la naturaleza, venga usted a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; usted no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre”.

Según los resultados de la investigación de Emmons y McCullough, la gente agradecida padece menos episodios de estrés, menor tensión arterial, más energía y mayor optimismo; agradecer desacelera algunos efectos de la degeneración neuronal y aumenta la producción de la oxitocina, a veces conocida como “la hormona del amor”, porque fomenta la calma y la seguridad en las relaciones.

El hombre que trazó el destino de otro mundo posible en el discurso de Angostura, el hombre antiesclavista, antiimperialista, el hombre que soñó la patria grande, el hombre que enaltece la amistad, le dice a su maestro: “Sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo”.

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