Alí Rojas Olaya: Bolívar en Caracas

Alí Rojas Olaya

El 29 de junio de 1821, Simón Bolívar llega a Caracas después de haber “confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia”. Piensa en las mujeres combatientes y en los caídos en Carabobo: el general Manuel Cedeño (41 años), el coronel inglés Thomas Farriar (35), el teniente apureño Pedro Camejo (31), el teniente coronel guariqueño Julián Mellado (30), el general caraqueño Ambrosio Plaza (29). Al día siguiente se dirige al pueblo: “Caraqueños: la unión de Venezuela, Cundinamarca y Quito, ha dado un nuevo realce a vuestra existencia política y cimentado para siempre vuestra estabilidad. No será Caracas la capital de una República; será sí, la capital de un vasto departamento gobernado de un modo digno de su importancia. El Vicepresidente de Venezuela goza de las atribuciones que corresponden a un gran Magistrado; y en el centro de la República encontraréis una fuente de justicia siempre derramando la beneficencia por todos los ángulos de la patria”.

Bolívar hace un ejercicio retrospectivo desde la ciudad que lo vio nacer. Los pueblos de Quito, Cundinamarca y Venezuela siempre convivieron en paz. El Pacífico y el Atlántico eran su océanos y el Caribe su mar. Los Andes eran sus montañas y los llanos su geografía infinita. Con el nacimiento político de Colombia se gesta una esperanza para la humanidad, un territorio de paz y prosperidad. Bolívar piensa en el enorme beneficio económico que significa Panamá para la Colombia concebida en Angostura y nacida en Carabobo: “Desde 1788, varias lanchas han navegado por la quebrada de la Raspadura a Choco, de este modo pasando del Mar Pacífico al Mar de las Antillas. Un canal que atravesase el istmo de Panamá, no sería una empresa muy difícil. Un istmo que no presenta más que treinta millas entre los dos océanos, no puede ser una barrera insuperable para el ingenio inventador, y para la perseverancia del hombre del siglo presente.

Después de Carabobo, la tarea es redondear a Colombia y luego la anfictionía, piensa Bolívar porque “la América unida podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las Repúblicas”. Recuerda las palabras que Sucre le dirigió a la municipalidad de Cochabamba: “Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas habría sido inútil su emancipación”.

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