Simón Rodríguez (1769-1854) nos dice: “entre la Independencia y la Libertad hay un espacio inmenso que solo con arte se puede recorrer”. El 6 de mayo de 2008, el presidente Hugo Chávez, consciente de que una revolución para que sea irreversible debe ser cultural, fusiona los Institutos Universitarios de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, de Estudios Musicales, de Danza y de Teatro y crea la Universidad Nacional Experimental de las Artes.
La Unearte desde su creación se enfrentó a contradicciones complejas. César Rengifo (1915-1980) explica una de ellas: “a los artistas de formación culta se les induce mediante habilidosa prédica a separarse de toda realidad y muy especialmente de las realidades de sus respectivos países, orientándolos a rendir culto a las normas, tendencias y posiciones convenientes al sistema”.
El artista argentino Ricardo Carpani (1930-1997) expone que tal prédica genera “el divorcio entre artista y sociedad, inherente a todo período histórico de transición y producto de la carencia de una base valorativa común” a tal punto que “la obra de arte dejó de ser un bien social para transformarse en mercancía. Perdió su carácter monumental y colectivo, dejando de estar en contacto directo con la comunidad, para pasar a ser el lujo de unos pocos”.
Para Gloria Martín, “el conocimiento adquirido y acumulado en las bibliotecas, lo representado en las bellas artes, la filosofía, el saber grecorromano y toda la cimera producción, era algo que les pertenecía solamente” a la élite burguesa.
Ludovico Silva (1937-1988) escribe en 1979 sobre la urgencia de crear una universidad de las artes porque en ella “lo prioritario sería la formación de los numerosos recursos humanos que se necesitan para comenzar la inacabable tarea de llevar la conciencia artística a toda la población”. Para este filósofo caraqueño, “el riesgo que tendrá que correr el socialismo venezolano es el riesgo que casi ningún movimiento socialista se ha decidido correr, esto es: confiar en la capacidad espontáneamente revolucionaria del arte”. Sobre esto nos dice Aquiles Nazoa (1920-1976): “creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable. (…). Creo en los poderes creadores del pueblo”.
El espacio inmenso es recorrido hoy por la rectora de la Unearte, la chelista Tibisay Lucena.
¡Vaya para ella, sus docentes, trabajadores, obreros y estudiantes, nuestras felicitaciones!