Con relación a los conocimientos manejados por las personas, hay algunas afirmaciones muy importantes que son: “la falta de conocimientos esclaviza”, “la información es poder” y “la educación es progreso”, de modo que aquellos seres quienes dogmáticamente piensan, que es una buena idea mantener a los ciudadanos en la ignorancia para someterlos, podrían ser considerados como esclavistas, dictadores y en general, como enemigos del progreso de las naciones.
Como se debe ser realista, responsable y equilibrado en las opiniones emitidas, también de parte de los individuos se requiere el deseo, la motivación, la responsabilidad y la dedicación adecuada, para lograr superase mediante la educación, la obtención y el buen uso de los conocimientos adquiridos, pues no todo depende de terceras partes o de los estados exclusivamente.
A lo largo de la historia universal, los padres de familia responsables y los verdaderos estadistas, se han preocupado y ocupado por la educación de sus relacionados, desde el nivel maternal, pasando por preescolar, primaria, secundaria, postgrado y doctorado, pues es bien conocido que la riqueza de ciudadanos y países, no es la cantidad de “dinero sin valor” que puedan tener, crear o disponer, ni tampoco la cantidad de recursos naturales que existan en una nación, sino que es la capacidad de la gente para usar su inteligencia y sus conocimientos, de modo que mediante la creatividad, la inversión y el trabajo productivo, en un ambiente de absoluta ética y libertad, con reglas claras y precisas, se pueda transformar el capital y los recursos naturales en bienes, servicios y conocimientos, que junto a la salud, son la única riqueza real, verdadera y sostenible de la humanidad.
En la búsqueda de la superación personal mediante el estudio, existe un ejemplo interesante y digno de mencionar, que es una escuela privada a nivel internacional, cuya existencia data desde 1920, con sede en los Estados Unidos de América, llamada Hemphill School, que empezó hace un siglo impartiendo educación a distancia por correo postal, facilitando cursos técnicos a todos aquellos que quisieran aprender algún oficio útil y ofrecían a precios accesibles entrenamiento en áreas tales como: electrónica, mecánica, electricidad automotriz, refrigeración y mecánica dental y así fue como en diversas regiones del mundo, aún en los pueblos más humildes y remotos, se formaron a distancia técnicos y maestros, que reparaban aparatos de radio, televisores, neveras, vehículos, equipos de aire acondicionado o hacían prótesis dentales, siendo que esa oferta de servicios tenía el doble propósito de facilitarle la vida a la gente y a la vez ser una fuente de ingresos honestos y sustentables para esos técnicos pioneros, que eran autodidactas y cuyo deseo era aprender y superase, sin esperar que algún gobierno populista los mantuviera, por no ser productivos ni útiles a la sociedad.
Cito como ejemplo de lo expuesto en el párrafo anterior al Sr. padre de mi esposa, quien vivía en La Guaira, en la década de los años sesenta del siglo pasado, en pleno auge de los grupos guerrilleros, grupos de rock y también del movimiento cultural de los hippies. Este humilde ciudadano, con solo estudios de primaria, en vez de dedicarse a la vagancia, a la violencia o al uso de las sustancias prohibidas, que eran promovidas por las modas de la llamada “nueva ola”, tomó por correspondencia en la escuela Hemphill School, primero un curso de mecánica dental y luego el curso de mecánica automotriz y al terminarlo montó su taller y con los ingresos obtenidos pudo levantar y sostener a una familia de 4 hijos.
En mi caso particular, a finales del siglo pasado, en una ocasión llevé un televisor a un técnico de TV, pero como no quedé satisfecho con el trabajo, aunque yo trabajaba a tiempo completo como gerente de sistemas en una prestigiosa institución y me quedaba muy poco tiempo disponible para buscar un entrenamiento formal, como pasatiempo me inscribí por correo en un curso de electrónica en la escuela mencionada y empecé a recibir vía Ipostel, con frecuencia semanal sobres con los materiales impresos, que luego de ser estudiados me permitían resolver un cuestionario, que junto con el comprobante de pago era remitido para su evaluación, de tal forma que después del almuerzo en restaurantes de españoles de la Candelaria en Caracas, visitaba las tiendas especializadas de la zona, donde podía comprar repuestos, suministros, herramientas, instrumentos y planos electrónicos, siendo que terminé con una colección de documentación impresa, repuestos, herramientas e instrumentos digitales de medida, que luego pasaron a mis hijos, excepto un osciloscopio que no adquirí por su precio elevado, pero que era de gran utilidad para detectar fallas, revisando y comparando la forma de las ondas en los puntos de chequeo y los fines de semana, en los ratos libres, me dedicaba a reparar equipos de familiares, amigos y los propios, siendo esta una actividad complementaria, divertida, satisfactoria y generadora de heurísticas, que me liberaba del estrés propio de quienes trabajan en el área de informática.
En Venezuela, desde hace más de 40 años existe una universidad a distancia, llamada la Universidad Nacional Abierta, que ofrece carreras a nivel técnico y también de pregrado, postgrado y educación continua, en áreas donde las prácticas de laboratorio no son requeridas y este es un experimento interesante, que junto a la experiencia exitosa de un siglo de la escuela Hemphill School que aún subsiste, podrían ser utilizadas para que debido al confinamiento por efectos de la pandemia Covid-19 actual y teniendo en cuenta que la vida debe continuar a pesar de las crisis y las condiciones adversas, usando ahora todas las facilidades de la tecnología de comunicación e información disponible con Internet, no hay excusas para que algunas universidades nacionales de gran prestigio, tanto públicas como privadas que deseen sobrevivir, evolucionar, progresar y ser autosustentables, sin tener una dependencia absoluta del estado o de subsidios y donaciones, tales como podrían ser entre otras: UCV, USB, UCAB y UNIMET, ofrezcan formalmente carreras virtuales de pregrado y postgrado de altísima calidad, en áreas tales como son: idiomas, filosofía, contaduría, administración, economía, matemáticas e informática y algunas ingenierías u otras carreras, donde habría que revisar, cómo realizar las prácticas de laboratorio, mediante técnicas como son el uso de los simuladores digitales o la inteligencia artificial, dependiendo del área.
Para garantizar la calidad de la oferta educativa universitaria virtual, cuyo alcance podría ser internacional y mantener a equipos docentes debidamente remunerados y por ende motivados, el financiamiento de las carreras virtuales ofrecidas por las universidades públicas, en parte podría ser pagado por aquellos participantes quienes dispongan de mayor poder adquisitivo, de manera que pudieran ser más económicas o aún gratuitas en los casos que así lo ameriten, pues aunque parezca una herejía, hay que empezar a cambiar el paradigma de que todo en la vida debe ser regalado, pues la experiencia ha demostrado que lo gratuito no necesariamente implica calidad, no se aprecia debidamente, ni es sostenible en el tiempo, tal como ocurre con el servicio de agua potable en Venezuela, donde hay que recurrir a pagar con divisas a camiones cisterna, si se quiere obtener el servicio, que en mi opinión, debería ser manejado por diversas empresas privadas en condición de concesión, donde los ciudadanos reciban y paguen un buen servicio por tubería y el estado pueda obtener regalías e impuestos, para financiar otras actividades administrativas básicas, en vez de estar generando cantidades exponenciales de dinero sin valor, que conduce a la ruina del país y de los ciudadanos, donde se pretende que sobrevivan con salarios menores a un dólar mensual, mientras especuladores monetarios y financieros se hacen ricos pidiendo mayores incrementos de liquidez y devaluaciones, inventando reglas leoninas y sobrevenidas, que son avaladas por políticos corruptos y por supuestos expertos en malas artes, sin importarles un carrizo lo que le ocurra al país.
Por supuesto que, una de las restricciones que se pueden encontrar para la implantación de esta forma de educación virtual, es la calidad de la internet en el país, por el colapso de la infraestructura de telecomunicaciones, pero hay que considerar que siempre se pueden crear medios alternos, para que los participantes logren obtener los materiales didácticos requeridos junto con las evaluaciones necesarias, tal como lo hicieron las entidades educativas que mencioné anteriormente y que también como en el caso de los servicios hidrológicos, hay que dejar de lado dogmas y paradigmas políticos errados del pasado, no esperar ingenuamente que algún caudillo iluminado resuelva por si solo los problemas nacionales y buscar a socios estratégicos con experiencia, que mediante licitaciones públicas, puedan ser convocados para que aporten todo su “know how” y los factores de producción necesarios para manejar en concesión estos servicios públicos, ofreciendo calidad para los clientes y además regalías e impuestos para el estado.
Uno de los problemas al que nos enfrentamos hoy los padres con hijos que aún estudian, es qué hacer con el inicio o la continuidad de las carreras profesionales de esos jóvenes y vendría muy bien que hubiera una sana competencia de ofertas de educación universitaria virtual formal, que algunos estaríamos dispuestos a pagar a precios razonables, lo que incluso tendría muchos beneficios, como es por citar solo uno, el evitar la movilización de estudiantes y personal docente, administrativo y obrero, lo que implica: riesgos y gastos de tiempo, salud y dinero, inherentes a los medios de transporte.