22 de noviembre de 2024 7:11 PM

Alejandro Uribe: Prudencia y sinceridad en tiempos de pandemia

Es muy importante que los ciudadanos y los gobiernos en todo el mundo terminemos de entender y de convencernos, que la pandemia covid-19 no es un juego trivial, sino que por el contrario, es una grave amenaza real para toda la humanidad, que enferma, inutiliza y mata a mucha gente, que quizás, por desconocimiento, ignorancia o negligencia, no es suficientemente prudente y cuidadosa, a la hora de decidir si vacunarse o no y peor aún, al no respetar los protocolos de bioseguridad, recomendados por los expertos en salubridad, que son promovidos y avalados por la Organización Mundial de la Salud.

Para aportar valor a este contenido original e ilustrar la afirmación anterior, en mi caso particular, puedo citar la historia de 6 personas conocidas, que eran relativamente jóvenes algunas de ellas y aparentemente estaban saludables, pero fallecieron a causa de este letal virus, en el siguiente orden cronológico: un excompañero de trabajo del siglo pasado, dueño de un colegio privado, donde estudiaron tres de mis hijos, quien falleció hace un año; mi proveedor de agua, dueño de un camión cisterna, menor de 50 años, que pasó a mejor vida hace 2 meses; un amigo que tenía 52 años y era el padre de una niña que estuvo en la guardería de mi esposa –cuando ella se dedicaba a actividades docentes– y este amigo abandonó el mundo de los vivos hace mes y medio; un vecino menor de 50 años, quien murió hace un mes; mi suegro de 76 años, quien falleció hace 20 días y por último, una prima de mi esposa, quien tenía 46 años, vivía en La Guaira y partió para el más allá, el día de ayer –27 de agosto de 2021–.

En el caso del padre de mi esposa, antes de enfermarse le había llegado un mensaje de texto con la convocatoria para vacunarse, pero no quiso hacerlo y con el paso del tiempo llegó un momento en que empezó a sentir los síntomas de un aparente resfriado, que se fue complicando y aunque vivía en su propia parcela con su compañera, estaba relativamente aislado de la gente –y aún no entendemos la forma como pudo contagiarse– de modo que una vez diagnosticada la enfermedad, aunque se hizo todo lo que estuvo al alcance de los médicos, siguiendo todos los procedimientos y tratamientos recetados sin escatimar recursos, no pudo superar la covid-19 y falleció en menos de 15 días de haberse iniciado los síntomas.

Debo hacer énfasis para efectos didácticos en el caso de mi familiar cercano, que esta experiencia fue muy traumática para todos miembros de la familia del enfermo, quienes se activaron al máximo y respondieron solidariamente –aun quienes están en el exterior– ante una eventualidad de tal calibre, donde no se puede perder tiempo valioso, lo que implica mucha actividad, movilización, cansancio, estrés, noches sin dormir, impacto psicológico y también gastos importantes, de tal forma que a manera de ilustración para los lectores, cada inyección del antiviral Remdesivir –que no es muy fácil de conseguir en Venezuela– tenía un costo de 100 dólares y hubo que aplicarle 5 dosis de ese fármaco, entre otros muchos medicamentos utilizados –que dadas las condiciones del país, donde el ingreso del ciudadano común es menor de 2 dólares al mes, son muy pocos quienes pueden sufragar los gastos de medicamentos y exámenes requeridos, aunque el servicio médico sea gratuito– pero en los casos de preservar la salud y la vida de los familiares, el aspecto económico pasa a ser secundario y solo importa que el paciente se recupere.

En vista de lo anterior, debo enfatizar la importancia que representa en primer lugar vacunarse con las dos dosis existentes e idealmente, cuando esté disponible, aplicar el refuerzo de inmunización con la tercera dosis y mantener un cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad, que se basan en los siguientes aspectos simples pero fundamentales: uso correcto de mascarillas, distanciamiento social, desinfección de superficies, lavado de manos y evitar hasta donde sea posible: reuniones, visitas, abrazos, besos o aglomeraciones, pues he observado que existe un relajamiento de los protocolos sanitarios y la gente que no cumple con las normas establecidas, se molesta si se les reclama e incluso en: centros de salud, negocios, supermercados y carnicerías, entre otros lugares, he visto que algún personal de diversas áreas y cajas, usan el tapabocas en la barbilla o cubriendo solo la boca, por falta de control de sus supervisores, lo cual, para ser bien crudo y realista es “similar a la utilidad de usar un preservativo en los testículos”.

Por otra parte, es necesario utilizar los medios de comunicación social serios, para realizar campañas de concientización ciudadana, donde se muestren los efectos reales de la covid-19 y sus secuelas, que no solo afectan al sistema respiratorio sino también a otros órganos, como es el corazón y al resto del sistema circulatorio, pudiendo provocar embolias e infartos agudos de miocardio, a quienes tienen problemas cardíacos, tal como se explica en el enlace [1], de tal modo que algunos casos de muerte súbita no se contabilizan como producto de la covid-19, sino solo como infartos, produciendo un sub-registro en las estadísticas oficiales y por esa causa, los negacionistas aducen que los casi 216 millones de contagiados y los 4,5 millones de muertes hasta la fecha son poca cosa, si se tiene en cuenta que la población mundial es de 7,8 mil millones de personas, lo que porcentualmente serían cifras muy bajas por el impacto de la covid-19, pero no consideran que estas estadísticas de enfermos no son 100% precisas y que por otra parte, son bajas porque se detuvieron a tiempo los viajes internacionales, que eran una fuente de propagación global de la pandemia, siendo que el gran problema, es que a mayor número de contagiados, se generan nuevas variantes del virus más contagiosas, letales y agresivas, como es la mutación Delta, que ha obligado a países que tienen altos porcentajes de vacunados a regresar al uso de los protocolos sanitarios, al cierre de colegios, universidades y negocios, como fue el caso de Israel –país muy organizado y eficiente, que hizo florecer el desierto con riego por goteo– donde autorizaron el regreso a clase de los niños, pero algunos de ellos contagiaron a otros compañeros y estos a la vez contagiaron a sus familiares y al dispararse de nuevo las cifras de infectados, aún en los vacunados con las dos dosis, tuvieron que proceder a cerrar de nuevo centros educativos, negocios y a restringir el turismo, siendo que actualmente están aplicando la tercera dosis a la población, que es útil contra la variante Delta.

En el caso de Venezuela, considero que es de vital importancia aumentar la velocidad de vacunación con las dos dosis, tratar de revisar y de sincerar las cifras de: vacunados, contagios y muertes, para no generar sentimientos irreales de seguridad, que hagan pensar a los ciudadanos que ya no existen riesgos, cuando aún la crisis sanitaria no ha pasado y por otra parte, creo que ofrecer el regreso a clases presenciales para octubre de 2021 es poco prudente y realista, siendo que en el caso de las universidades –al menos las privadas– deberían ofrecer como contingencia carreras virtuales, que les permitan a los estudiantes no seguir perdiendo su tiempo o correr riesgos con su salud, su vida y la de sus relacionados, porque en mi modesta opinión, no habrá salida de esta crisis de salud al menos en este año, si se considera lo que ha pasado en otros países, con mayores recursos y mayor porcentaje de vacunados con las dos dosis, que tuvieron que reversar las decisiones de oferta de una nueva realidad sin riesgos, lo que aún no se había logrado.

Así que lo mejor que podemos hacer es promover la prudencia y la sensatez por parte de los ciudadanos y de parte de los gobiernos es necesario que haya sinceridad en el manejo de las estadísticas de enfermos, muertos y vacunados, junto con la búsqueda de mayor eficiencia en el manejo de los planes de vacunación, el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria y la existencia de inventarios con insumos y medicinas para tratar la pandemia, junto con el monitoreo constante del comportamiento de la enfermedad, que aún no parece estar controlada en ninguna parte del mundo y más aún, cuando las mutaciones más agresivas siguen apareciendo para complicar más el panorama a nivel global, sin perder de vista que no hay nada más importante que preservar la salud y la vida de los ciudadanos a nivel local y global.

Finalmente, en las estadísticas mostradas en el enlace [2] hay cifras preocupantes para el continente americano, donde están 4 países con las mayores cantidades de contagios por covid-19 en el mundo, de la siguiente manera: Estados Unidos en primer lugar con 39 millones –efecto Trump–, Brasil en tercer lugar con 21 millones –efecto Bolsonaro–, Argentina en octavo lugar con 5 millones y Colombia en el noveno lugar con cerca de 5 millones de contagiados y por otra parte, los gobiernos hacen mucho énfasis en la cantidad de recuperados, sin considerar que dichas recuperaciones pueden dejar secuelas, que en algunos casos implican la incapacidad del supuesto recuperado.

Espero haber dejado muy clara mi opinión, sobre la importancia del buen uso de las virtudes llamadas prudencia y sinceridad, en estos tiempos de pandemia, por parte de los ciudadanos y los gobiernos, cuyo mayor deseo no es otro que poder regresar a una nueva normalidad relativa, pero de la forma más segura y confiable para preservar la salud y la vida de las personas, que constituyen sus activos no fungibles más valiosos.

El Nacional

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