La derecha venezolana (y cierta izquierda recalcitrante) impusieron de la noche a la mañana en el país la moda mediática de acusar de todo al Gobierno, como si el universo fuese un dechado de perfección que la Revolución hubiese venido a perturbar inoportunamente de la noche a la mañana.
Si no se aplican correctivos contra los flagelos que padece el país, que por lo general son causados por esa misma derecha golpista y vendepatria, el Gobierno es señalado de inmediato por esos sectores, que alcanzan en sus criterios niveles de similitud casi perfectos e imposibles de diferenciar.
Pero si se toman acciones contundentes contra esos males, entonces el señalamiento se produce por igual, y a veces hasta con mayor fuerza. Lo que indefectiblemente lleva siempre a evocar el fastidioso sonsonete de la vieja cumbia “tú lo que quieres es que me coma el tigre”.
En el tema de la seguridad, esa ha sido la fórmula recurrente que con más fuerza ha usado la derecha en su ataque a la Revolución bolivariana para tratar de instaurar en la opinión pública la matriz de la dictadura que ella persigue sembrar entre los venezolanos.
Para esa derecha intransigente (y cierta izquierda lagañosa) si la delincuencia actúa en forma desmedida es signo de que no hay un gobierno competente en materia de seguridad, pero si la respuesta del Gobierno contra el delito es frontal y contundente, entonces la acusación es porque se estaría en presencia de un gobierno tiránico que supuestamente no respetaría los derechos humanos.
Es exactamente lo que ha sucedido esta semana con la activación en la autopista regional del centro de la segunda fase de la operación Guaicaipuro, iniciada hace algunos meses con la toma de la Cota 905 por los cuerpos de seguridad del Estado para acabar con las bandas delictivas que azotaban a la ciudad y a buena parte del eje central del país.
Han caído en combate algunos de los principales integrantes de esas bandas tratando de repeler la acción policial y de inmediato se desatan por las redes sociales las acusaciones de todo tipo contra los heroicos funcionarios que en nombre del país que ama la paz actuaron en dicha operación.
Digan lo que digan los atrabiliarios y oportunistas de medio pelo, en La Victoria lo que ha habido ha sido una gran victoria.