Alberto Aranguibel: La internet antipolítica

Una idea recurrente en la narrativa usada para describir los procesos de manifestaciones o protestas populares que se dan hoy en el mundo (avalada casi siempre por el pensamiento de izquierda) es la que busca resaltar el carácter apolítico de las mismas para colocar como el causante de las movilizaciones únicamente a las redes sociales y su relativo poder de convocatoria.

Las movilizaciones del pueblo no son tan irracionales o sin fundamento como esa tesis sugiere. La motivación de la lucha popular por sus justas reivindicaciones es siempre la razón de ser de esos eventos. Pero la derecha, en su terco afán por distorsionar la realidad, procura invisibilizarla en favor de los intereses corporativos del gran capital.

La importancia que tiene para el modelo capitalista el logro de una meta tan largamente perseguida, como la de instaurar un mecanismo poderoso de desbordamiento absoluto de las barreras de soberanía que tanto le cuestan al imperialismo y a la lógica del mercado sortear para hacer lo que les venga en gana sin restricciones que le limiten, es quizás lo más peligroso de ese enfoque.

El objetivo supremo en la lógica de la dominación que como potencia imperialista se plantea la multimillonaria clase política norteamericana, impúdicamente apoyada por las élites de la derecha internacional, la primera gran sometida a la dominación global del imperio, es erradicar de la faz de la tierra el principio de Estado Nación que rige hoy a las sociedades del mundo, para sustituirle con un modelo unipolar de control que deje atrás toda noción de la política como medio de activación y organización social.

En ello, nada mejor para ese anhelado sueño de supremacía absoluta que tanto ha desvelado al capitalismo desde hace siglos, que una herramienta aceptada como es por tirios y troyanos como el idílico ámbito de la libertad de expresión ilimitada e irrestricta que en realidad no es.

En vez de ese prodigio pseudo comunista como el que se le vende, internet no es más que la más poderosa herramienta jamás lograda para asegurar la desmovilización social, y perpetuar con su subrepticia narrativa de la antipolítica el sistema capitalista del cual surge y al cual en definitiva se debe.

Si no, pregúntenle a Mark Zuckerberg. Él sabe de eso.

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