Alberto Aranguibel: Insoportables

Los opinadores de la derecha, los mismos que obstinaron durante años a los venezolanos con su delirante exaltación de Juan Guaidó, proliferan hoy descargando incontenibles por las redes sociales su desprecio al autojuramentado, como si jamás en su vida hubiesen abierto la boca para decir nada positivo de ese inefable ser, a quien con sus necias alabanzas colocaron ellos mismos en la posición en la que llegó a estar como presidente imaginario de un utópico país escuálido que jamás existió sino en sus retorcidas y envenenadas mentes.

Son tanto o más responsables incluso que el propio Guaidó, quien nunca tuvo cualidad alguna como aquel líder descollante que pretendieron que era, como sí la han tenido quienes muy estratégicamente se han mantenido detrás de bastidores en ese ridículo tinglado escenográfico que ellos denominan “interinato”.

La prueba de esa responsabilidad (jamás asumida por ellos) está inscrita en la historia reciente del país, marcada por la actuación de quienes no han salido de la escena golpista desde hace ya casi un cuarto de siglo.

Guaidó era apenas un mozalbete cuando ya esa vocería que hoy pretende tomar distancia del fracasado proyecto de gobierno autoimpuesto estaba en un mismo cambote golpista llamando a marchar hacia Miraflores en aquel funesto intento de abril de 2002 que en pocas horas fuera derrotado por el pueblo.

En su afán de mentirosos compulsivos que son, pretenden mentirle de nuevo a la opinión pública inventando una indignación por lo que dicen es una “pérdida de oportunidad”, cuando lo que fue siempre ese insensato proyecto fue un disparate que comenzó por la escogencia misma de un imberbe, mediocre y sin talento alguno, como ese que escogieron para ungirlo con el cargo de primer mandatario nacional sin el más mínimo mérito y sin haber sido electo por nadie para tal.

Ahora vuelven, con su cara muy lavada, a pretender que son ellos quienes saben lo que hay que hacer para echar adelante el país. Que solo ellos (causantes como son de la crisis que ellos mismos denuncian) tienen la capacidad para asumir la compleja y excepcionalmente difícil tarea de la conducción nacional.

Un cuarto de siglo fracasando y un cuarto de siglo sin terminar de aceptar su ineptitud y su derrota.

Son en verdad insoportables.

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